Nosotros fuimos a ver a La Frontera. Pero al llegar nos encontramos con una sorpresa, y es que La Frontera actuaba hora y media más tarde, y antes lo hacían los Zinkin Prim, que eran el grupo revelación, habían ganado un premio de Madrid y no-se-cuantas cosas más. Pues bueno. Pues vale.
El problema es que fuimos de los pocos poquísimos que llegamos pronto. Aquello estaba desangelado, y casi había más gente encima del escenario que abajo. En fin, que los Zinkin decidieron tocar igual. Allí sólo estábamos Mabel y yo, los padres y amigos de los Zinkin, y unos chavales muy majos que al igual que nosotros también habían ido a ver a La Frontera, pero que decidieron animar un poco, ya que aquello daba bastante pena.
Y bueno, pues el concierto transcurrió más o menos bien. Tiraron mecheros, camisetas y hasta cds de su disco. Que por cierto, como éramos tan pocos, conseguimos varios mecheros (la mayoría reventaron al tocar el suelo) y son muy chulos, pues tienen también una linternita por la parte de atrás. Conseguimos también un CD, que por cierto se llama «Mabel». A Mabel le dije que el cd se lo habían dedicado a ella, y se lo enseñé. Se quedó un poco pensativa mirando el cd, porque su nombre no es muy común y era raro que un grupo le hubiera puesto su nombre a su disco … pero allí estaba. Y de hecho todavía lo tenemos en casa tal y como nos lo dieron, con su celofán y todo.
Después de los Zinkin Prim llegó La Frontera. Tocaron una canción entre los dos grupos y por fin llegamos a las «Siete calaveras», «las aventuras del Capitán Achabán» y clásicos como «El Límite». Con la misma cara de fumaos que siempre, y con el ritmo en la sangre, a compás de 2×4. Grupos como estos demuestran que se puede vivir tocando los éxitos de siempre (pero haciendo conciertos, no como un tal Ramoncete que «dice» que fue grande hace tiempo, pero nadie ha podido comprobarlo aún). La Frontera aún es bien recibida en los festivales de rock y sabe como animar un buen concierto.
Y por desgracia, la cosa terminó antes de lo previsto, porque los de la Sala Heineken dijeron que al empezar más tarde se había ido el tiempo y había que cerrar. No nos gustó pero como La Frontera decidió terminar, la cosa quedó así. En ese sentido me gusta más Loquillo, que cuando le pasa eso dice «mis conciertos los termino yo» y toca hasta donde tenía pensado hacerlo.