Mi experiencia con Gigas.com

Contratar una empresa de hosting parece una cosa sencilla pero no es así. Todos prometen más o menos lo mismo, atención ejemplar, disponibilidad con los cinco nueves, … He probado unos cuantos servicios de hosting y he contratado VPS en un montón de empresas y he tenido bastantes experiencias. Al principio tuve mi servidor en casa, instalado con un Debian sobre un P100 y así lo tuve durante 4 años. Era cómodo, porque cualquier cambio que tenía que hacer lo tenía al alcance de la mano. Sin tener ni que hacer un ssh porque ya estaba en la máquina. Luego, cuando tuve más clientes de los que la máquina podía dar servicio y también 4 ventiladores reventados después, contraté una máquina en IguanaHosting.

Después de varias experiencias desastrosas de intrusiones en la máquina negadas por ellos fruto de la nula ética de sus comerciales y técnicos, que filtraban contraseñas a troche y moche, me pasé a Minerva Hosting. He de decir que es la empresa donde mejor he estado y donde menos problemas he tenido. Todo era fácil de mantener, fácil de administrar, 0 incidencias, pocos parones, rápidos y avisados con el debido tiempo, copias de seguridad, … Tuve que dejarlo muy a mi pesar tras 4 años porque las cuentas no me salían con el abaratamiento del hosting que experimentó el sector web.

De ahí pasé a Red Coruña, que si bien al principio era lo más en precio y servicio, al poco tiempo empezaron a hacer cosas extrañas como bloqueos de IP sin avisar, servidores saturadísimos, errores 503 continuos en algunos dominios. Por desgracia, aunque yo habría tickets una y otra vez, la respuesta siempre era negar lo obvio: Según ellos, los servidores no estaban nunca saturados y nunca pasaba nada. Pero lo cierto es que sí pasaba. Obviamente demasiado barato para todo lo que decía ofrecer y mi opinión sobre ellos se resintió mucho.

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La capacidad de dejarse sorprender

canHace algunos años me gustaba ir al cine y entrar a ver una película sin saber absolutamente nada de ella. Como mucho su cartel. Y según iba viendo la película iba dejándome sorprender por ella, saboreando cada escena como si fuera la primera vez que tomo una nueva bebida. Algunas películas me gustaban y quería verlas de nuevo, una vez conocido el final para recomponerla y saborear de nuevo el principio. En definitiva, tenía capacidad para sorprenderme y la aprovechaba. Con el tiempo, los adelantos y el bombardeo de media a todas horas … hemos dejado de sorprendernos. No dejamos lugar a la sorpresa. Cuando vamos a ver una película, ya hemos visto el trailer (desde hace 15 años es tendencia hacer un trailer larguísimo que cuente toda la película en 2 minutos), ya hemos leído las críticas, sabemos quién trabaja, la recaudación, sabemos cuáles son los matices en que debemos fijarnos o el por qué de esta escena o de aquella. En definitiva, vamos a ver la película para corroborar que lo que hemos leído es cierto. Y así se pierde toda la magia. Vamos a ver una película buena con una probabilidad del 100%, porque ya todos los medios nos han dicho que es buena. Imposible errar el tiro. 

La magia de vivir consiste en tomar decisiones y en tener la oportunidad de equivocarse. De tomar una mala decisión y ver una película mala, pero con la emoción hasta el final de no saber qué tipo de película es hasta que termina. De poder decidir por ti mismo si una serie te gusta o no sin que alguien te la recomiende. Poder hablar con alguien y poder recomendarle no sólo series buenas, sino también series malas, sin hablar de oídas, simplemente usando tu criterio. Poder coger un libro sin mirar el título o sin prestarle atención al autor y leertelo. En definitiva, se trata de tener la libertad de tomar decisiones sin estar condicionado previamente. Hoy en día parece que todos estamos muy apurados y debemos optimizar el tiempo para no desperdiciar ni un segundo. Y me da la impresión que vivir así es una forma de desperdiciar la vida aún mayor. Al final vamos consumiendo libros, películas, series, viajes y demás por puro postureo. Por poder decir en FB "yo también he estado allí", "yo también he visto tal película". Pero ¿te has enterado de lo que has visto? ¿has visitado algo que no saliera en las guías? Al final nos cundiría lo mismo llamar a Memory Call y comprarnos los recuerdos para poder decir que los tenemos.

Tengo 38 años y me sigue gustando meterme un caramelo en la boca de vez en cuando sin mirar el papel y sin saber de qué sabor es, e intentar adivinarlo yo solo.

 

Por qué odio Windows 8 (o por qué no se puede agradar a todo el mundo)

Lo sé. El título de este post es muy explícito y simple. Y es más o menos la manera de expresar mi desagrado tras año y medio de utilizar Windows 8 y Windows 8.1. Lo he instalado en varias máquinas, con diferentes configuraciones, propósitos y para diferentes entornos (admin. sistemas, DBA, desarrollador, usuario ocasional de Internet y ofimática). Y mis impresiones no pueden ser peores en todas ellas. Sospecho que el único entorno donde Windows 8 tiene algún sentido es con una tableta. Y no estoy del todo seguro.

¿Por qué odio Windows 8?

Puedo extenderme muchísimo en esta respuesta. Pero fundamentalmente se resume en que, en esencia, no hace nada que no haga ya Windows 7. La única justificación que puede haber es alguien que utilice un procesador de varios núcleos y quiere usar el hipervisor Hyper-V. En cuyo caso le recomendaría que montara una máquina aparte con Windows 2012 y se dejara de historias. Porque cargar con todo lo demás sólo para eso, es tontería. Sin embargo, hay muchas cosas que XP y 7 las hacían muy bien y que Windows 8 se las carga de manera radical.

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Una historia sobre cómo se consiguen los derechos

En un día como hoy, os voy a contar una experiencia real que tuvo lugar algunos años.
 

Hace algunos años estuve trabajando de personal laboral (~cuasifuncionario) en el Ministerio de Industria. En aquella época estaba opositando y publicaron una plaza dentro del área de sistemas. Yo me presenté y bueno … el caso es que quedé el primero en los 3 exámenes y me la llevé. Era una plaza para 1 año, no renovable. Mi objetivo era conseguir saltar de esa plaza a otra y de esa forma conseguir un trabajo fijo, con más estabilidad de lo que solemos tener los ingenieros informáticos en consultoría (pista para los no-informáticos: nuestra estabilidad siempre ha sido baja, aunque no más que cualquier otra persona hoy en día …) El caso es que antes de incorporarme estuve cerca de 2 meses preguntando cuál sería mi horario, y dónde iba a ir destinado, ya que el salario sí lo sabía porque venía publicado en la plaza. En esos dos meses nadie supo contestarme, a pesar de que llamé practicamente todos los días.

 

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¿Cuándo se empieza a dominar una tecnología?

¿Cuándo se empieza a dominar una tecnología?

Definitivamente, igual que cuando se empieza a dominar cualquier materia, o por ende, cuando uno se empieza a valer por sí solo en la vida.

Cuando uno se mete con algo nuevo, puede ir de la mano de alguien, en un curso, con un amigo, un libro o alguna ayuda, o directamente puede meterse en plan 4×4, «a la aventura». Los que somos autodidactas bien por decisión propia, o por obligaciones de la profesión (los informáticos avanzados suelen estar en este último grupo, al menos, y a veces también en el otro) hemos degustado lo amargo de los primeros momentos cuando uno empieza a aprender algo nuevo.


Es reconfortante alcanzar el punto en el que pasas de ir dando palos de ciego, a empezar a «ver», a saber  dónde te equivocas, y por qué. En mi caso, me ocurre con los lenguajes de programación y con los SGBD, principalmente, aunque se aplica a casi todas las facetas de la vida que implican esfuerzo (idiomas, habilidades o lo que quiera que sea). Cada vez que empiezo con uno nuevo, estoy una buena temporada copiando código de aquí y allá, intentando entenderlo y luego probando a compilarlo. Lo normal es que directamente no pite. Es frustrante cuando los ejemplos que has cogido de Internet no funcionan, bien porque directamente no tienes ni papa, o porque el que ha puesto el código sabe aún menos que tú pero quiere sentar cátedra enseñando a otros por el método del Burro Flautista. Por suerte, después de mucho probar, leer documentación, pelearte con el compilador, preparar entornos cerrados y hacer de todo, en algún momento surge la chispa que te permite ser tú quien lleve las riendas del compilador. Poco a poco vas escribiendo tu propio código, descubres diferentes formas de hacer las mismas cosas, recorres caminos que antes te resultaban muy extraños y llegas a «I’ve got it!». Luego vuelves a coger los ejemplos de los Burros Flautistas (hay muchos, pero muchísimos por Internet), a los que hace tiempo que superaste, y eres capaz de arreglarlos. Y llegados a este punto, la parte dura de la curva de aprendizaje ha llegado a su fin, pues cada cosa que aprendes a partir de este punto ya no te cuesta ningún trabajo.

Me pasó con Basic, luego con Fortran, también con Java, después con PHP, luego con Sendmail, con Apache, con MySQL, con SQL Server, con Meneame, con OsCommerce, con Drupal, con Zope … y con muchas otras más. Y cada vez que te metes con algo nuevo, es volver a empezar, es volver a recorrer el camino desde cero, volver a sentirte perdido, la desazón de no entender nada,  el recorrer caminos y caminos, y de pronto surge la chispa, y poco después, la seguridad de que nada se puede interponer entre ti y el código. Y esa sensación es reconfortante. Por un lado te da seguridad, por otro lado, paz y por último, muchísima confianza. Ningún problema se te resistirá a partir de ese momento.

Después de darle muchas vueltas, he llegado a la siguiente conclusión.

Se puede decir que dominas una tecnología cuando eres capaz de curarte tú mismo tus heridas.