Este es un artículo que escribí originalmente en 2009 para Subastando en la Red, y que rescato aquí para que no se pierda y conservar alguna referencia de lo que se cuenta en él, pues el Rastro Nocturno ya desapareció hace más de 10 años. También he incluido algunas fotografías adicionales que no se incluyeron en el artículo original y que seguramente puedan ayudar a entender lo que era el Rastro de Madrid en los años dosmiles.
EL RASTRO NOCTURNO
Contenido del kit:
- Linterna pequeña de bolsillo.
- Bolsas grandes tipo PC-World del SIMO.
- Monedas de euro y billetes pequeños (no más grandes de 10)
- Walkman, radio o MP3 (para poder hacer tiempo si llegamos muy pronto).
- Paquete de kleanex y/o colonia (por si somos muy sensibles a los olores).
Y llegamos allí sobre las 6. Aparcamos en la Ronda de Toledo. Nos dirigimos a la parte baja del Rastro, a la confluencia de las calles Mira el Río Baja y Mira el Sol. Dependiendo del tiempo que haga, nos quedaremos allí, aunque si llueve, los puestos se trasladan a los soportales de Ribera de Curtidores. En ese caso, nos dirigiremos allí. Por el tráfico de gente sabemos donde están los puestos. Esto es lo que se conoce como el Rastro Nocturno o más comúnmente, como el Rastro de los Yonkis.
Empezamos nuestra búsqueda, y lo primero que vemos son algunos puestos de ropa, y de libros. Generalmente hay poco de interés, así que seguimos ascendiendo por la cuesta. Ya hay algunas personas que pasean mirando los puestos. Contrariamente a lo que cualquiera pudiera pensar, no es gente con pocos recursos la que frecuente este Rastro, sino todo lo contrario. Ricos intelectuales con caros abrigos y jerseys de cuello vuelto se paran delante de los puestos de cuadros, buscando obras de arte con las que impresionar a sus amistades. El arte es caprichoso. Lo que a uno no le impresiona lo más mínimo al otro le entusiasma y lo compra. También vemos a los reventas y a los cazachollos buscando Madelman y cochecitos que acabarán en eBay o en El Conde Inglés.
Nos encontremos con Mohamed y algunos compays que venden accesorios para móviles. A veces tienen algo interesante, pero salvo que queramos un cargador para móvil, poco hay donde elegir. Seguimos subiendo y seguimos encontrando puestos de ropa, y algunas mantas con las cosas que sobran en casa. Estas son las mas interesantes…
Aquí se puede encontrar cualquier cosa que uno pueda imaginar:
Diccionarios, postales antiguas, álbumes de cromos, maquinitas, puzzles, juegos antiguos, tebeos (Disney, Colorín, Bruguera, …), postales en blanco y negro, marcos, figuras, joyas, Cuentacuentos, Famóbil, cinexines, cochecitos a escala, Madelman, Action Man, Barbie, Nancy, Chabel, Scalextric, Tente, Exin, Lego, walkmans, cintas de cassette, cintas vhs, dvds, vinilos, órganos Casio, …
Uno nunca se imagina lo que ese día va a encontrar, así que con atención y emoción vamos recorriendo los distintos puestos.
Arriba del todo está el señor de barba, que suele tener relojes de bolsillo antiguos y ocasionalmente, algunos videojuegos de los 80. Le saludamos y le preguntamos:
-Buenas, ¿algún videojuego tenemos hoy?
Nos responde negativamente. Cambiamos un par de frases con él y seguimos nuestra búsqueda. Mientras subimos y bajamos es muy posible que nos encontremos a María, que tiene un puesto en el rastro diurno, y muchas de las cosas las consigue en el rastro nocturno o en el rastrillo de Lavapiés. Es fácil verla con figuritas de la Nancy, o botes antiguos de Cola Cao. En ocasiones conseguimos arrebatarle algún tesoro, y nos mirará con cara de pocos amigos. Una Nintendo Game & Watch que nosotros conseguimos por 3 euros ella la hubiera vendido unas horas más tarde por 30 o 40 Euros. En silencio nos maldice y prosigue su camino. Nosotros hacemos lo propio, mientras vamos viendo objetos y preguntando precios, pero con prudencia.
Porque en el rastro nocturno, preguntar un precio es sinónimo de interés. Aunque luego no queramos el objeto, es frecuente que el vendedor lo interprete como que nos interesa, pero a un precio menor, y nos perseguirá hasta que nos quedemos con el artículo. Es decir, se lleva el regateo. Algunos regatean fuerte, y otros confunden regatear fuerte con ofender al vendedor. Nada hay peor que ofender al vendedor, porque ya no querrá hacer negocios con nosotros. Generalmente están muy necesitados, pero en más de una ocasión he visto a algún viejo enjuto lanzar alguna afrenta a la cara del vendedor, del tipo
-¿50 Euros por esta chatarra? Lo que tú vendes es basura. Estás loco si crees que te van a pagar eso.
A lo cual, el vendedor que lleva sentado en el suelo desde las 3 o las 4 de la mañana, pasando frío y aguantando exabruptos, le espeta:
+ Para ti, ahora vale 100 euros.
El viejo merodea alrededor del puesto unos minutos y se vuelve a acercar como quien no quiere la cosa:
-50 entonces? Mira que está un poco roto
El vendedor arremete rápidamente:
+ Que lo dejes ahí. Que si no lo quieres, otro lo querrá. Date una vuelta y no molestes .
El viejo suspira abatido, y le tiende los 50 Euros. En el fondo sabe que por culpa de su soberbia ha pagado 20 euros mas que si se hubiera tragado su orgullo y hubiera hablado con respeto.
Seguimos echando un vistazo. Vemos algún aparato que nos interesa:
– Jefe, ¿esto funciona?
+ Por supuesto, hasta ayer lo estuve usando
El aparato no tiene ni transformador, y acumula una inmensa cantidad de porquería que indica sin lugar a duda que no se ha usado en muchos años. El olor también es característico. Una mezcla de aroma a sudor y basura inundan nuestras fosas nasales, y eso nos hace sospechar el origen de la mayoría de lo que allí se vende. Aunque todos los vendedores nos aseguran que el género procede de sus casas y que tienen completa garantía, en realidad la única garantía que tienen es la que puede ofrecer pagar unos pocos euros por un artículo de precio en tienda notablemente mayor.
Algunas señoras discuten con algunos vendedores:
– ¡Me vendiste el tocadiscos y me dijiste que funcionaba perfectamente! Devuélveme el dinero ¡tunante!
La gente mira y se sonríe de que alguien tenga siquiera la pretensión de que los objetos funcionen. Comprar en el rastro es una lotería, y de ahí parte de su emoción. Uno paga muy poco pero nunca sabe lo que se lleva hasta que llega a casa.
Si compramos aparatos eléctricos es bueno llevarse unas cuantas pilas AA (4 mínimo) para poder ir probando lo que compramos. Como casi todo procede de la basura, lo mismo han sido desechados por ya no ser necesarios que por no funcionar. Y sin pilas, es difícil de saber.
Hacemos unas cuantas compras y nos gastamos 8 o 10 Euros. Proseguimos nuestra marcha. Un puesto con monitores TFT llama la atención. El hi-tech nuevo contrasta claramente en relación con todo lo demás. Esto no pasa desapercibido y un señor con botas, vaqueros y chaleco se acerca al puesto.
– Muy buenas. ¿Tiene usted licencia de venta ambulante?
Dice el señor, mientras enseña su cartera sin que dé tiempo a ver nada. El vendedor se queda mudo, y el del chaleco le dice que por esta vez puede pasar, pero que el monitor se lo lleva gratis. Aunque en el Rastro es común ver a los secretas, generalmente se interesan más por los móviles o las cadenas de música, y cuando se llevan algo, suelen hacer un parte donde detallan los objetos requisados, y se le entrega una copia al vendedor para que pase por comisaría con las facturas y documentación pertinente para recuperarlo, si procede. Pero en este caso no es más que un transeúnte con mucha cara que se ha hecho pasar por policía. Y el vendedor, ante la duda, prefiere aceptar tranquilamente la derrota, que jugársela y acabar en comisaría.
A medio camino de la cuesta, está el Calléjón del Mellizo, donde nos encontramos varios puestos con cuadros, candelabros y diversos objetos de metal, entre otras cosas.
Pero seguimos, y ahora vamos hasta abajo del todo, donde ya los primeros tenderos de la mañana empiezan a poner sus puestos mientras los equipos de limpieza dejan listas las calles. Jesús y Hortensia son de los primeros en llegar, a montar uno de los puestos más grandes que hay, el de las revistas antiguas. Rara es la colección que no se pueda completar gracias a ellos. Todos los domingos traen el camión hasta arriba de libros y revistas y se tiran cerca de 1 hora y media colocándolo todo bien ordenador para que a las 8.30 cuando empiece a salir el sol ya puedan empezar a vender.
Seguimos un poco más y una multitud de gente se agolpa alrededor de un puesto que todavía no está montado. Es el de María, y la gente espera con impaciencia a que María venga de desayunar para ver qué tesoros ha traído hoy.
EL RASTRO DIURNO
Aunque en honor a la verdad, el motivo de que la gente se agolpe en su puesto no es tanto sus precios como lo despacio que despacha. Aunque la gente le diga exactamente lo que quiere, él siempre se empeña en mostrar 3 o 4 artículos más para que el cliente pueda elegir lo que más le conviene. Y aunque uno sea muy concreto, no hay manera:
– ¡Que me des ya el TDK, que tengo prisa! –
La tienda del Vaquero quizá sea una de las más antiguas del Rastro, junto con el puesto de revistas de Jesús y Hortensia. El puesto del Vaquero es tan antiguo que tiene hasta su propia leyenda. Sea como fuere, todos los domingos está Jesús disfrazado de cowboy, con su sombrero y espuelas, vendiendo cómics de Asterix, Tintín, Jabato, Alcázar y Pedrín y todo tipo de cómics antiguos. No vende barato, pero suele tener de todo, y en bastante buen estado.
Más abajo de él se sitúan algunos vendedores de tech. Discos duros rotos y todo tipo de tecnología nueva y no tan nueva, recambios para ordenadores antiguos, placas base, tarjetas, memorias, fajas, y un poco de todo.
Seguimos subiendo por Ribera de Curtidores. El sol pega fuerte y de pronto escuchamos unos cánticos y unos platillitos sonar. Una multitud de gente avanza cantando y bailando cuesta abajo por medio de la calle. Al pasar cerca de nosotros vemos que son los Hare Krishna, que como todos los domingos, pasan continuamente ante la sorpresa de los que por allí pasean.
Seguimos subiendo y nos encontramos con la estatua más emblemática del Rastro: Eloy Gonzalo, el héroe de Cascorro. Desde lo más alto de Ribera de Curtidores, Eloy nos observa pendiente de lo que hacemos. ¿Y quien es ese soldado con fusil que lleva una caja debajo del brazo?
Cuenta la historia que Eloy perteneció a una partida de soldados destinados en Camagüey, Cuba, en el año 1896. En medio del conflicto, el puesto de Cascorro está sitiado, y a punto de caer. Sin embargo, ven que sería muy fácil darle la vuelta a la situación si consiguieran atacar la casa desde donde venían los disparos de cañón contra el fuerte donde se encuentran. Todo consistía en ir corriendo hacia la casa, rociarla de gasolina, prenderle fuego y volver. El problema es que el que llevara a cabo la misión, aunque consiguiera completarla, con toda seguridad moriría. Eloy había sido un perdedor toda su vida. Cuando nació, 28 años antes, fue abandonado en la puerta de una inclusa. Aunque le adoptaron, de nuevo le volvieron a abandonar cuando tenía 11 años. Más tarde, la que era su prometida le engañó con un teniente, por lo que Eloy se peleó con el teniente y le encarcelaron.
Después, gracias a un acuerdo por el que se permitía enviar presos a la guerra, Eloy es enviado en 1896 a Cuba. De ahí que Eloy pensó que él era el que menos tenía que perder, pues no tenía nadie quien le esperara, y su vida carecía de sentido, así que era una buena ocasión para darle algún motivo a su existencia. La única condición que puso es que se le atara con una cuerda, para que aunque le mataran, pudieran recuperar su cuerpo. Así lo hicieron. Con la lata debajo del brazo y la cuerda a la cintura, echó a correr a la casa, la roció de petróleo y la pegó fuego. Los compañeros de Gonzalo, viendo que lo consigue, se crecen, avanzan posiciones y los mambises huyen abandonando el puesto. Más por milagro que por suerte, Eloy Gonzalo no fue abatido, y se convirtió en un símbolo heroíco (aunque su suerte no cambió, ya que contrajo disentería y murió ese mismo año en Matanzas, Cuba).
De vuelta, bajamos por las calles interiores. Podemos comprarnos algunos churros y porras en la churrería de Santa Ana.
Desde allí desembocamos en la Plaza del General Vara de Rey. Allí también tenemos toda clase de aparatos, libros, candelabros, cuadros y un poco de todo. También encontramos algunos puestos en el centro que venden ropa al peso. Echamos un vistazo rápido, pasamos por delante de un par de librerías de libros viejos sin ordenar y seguimos cuesta abajo. Pasamos por Mira el Río Alta y el callejón, y seguimos por Mira el Río Baja. Salimos a la Plaza del Mercado y damos por concluido el día.
Nota: En RTVE Play colgaron una pieza de vídeo/audio un par de meses después donde se puede ver cómo era el Rastro Nocturno:
https://www.rtve.es/play/videos/programa/rastro-ilegal-madrid/547198/
Si referencias este artículo, es necesaria la adecuada acreditación.
Las fotos utilizadas en este artículo tienen derechos. No es posible su utilización sin permiso del dueño legítimo del material fotográfico.
- Relato: Alejandro Valdezate
- Fotografías principales: Alejandro Valdezate
- Foto Hare Krishna: Flickr – Gaelx.
- Foto Plaza General Vara de Rey: José Manuel Casado S.
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Sobre Jesús, el Vaquero del Rastro:
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