Ser o no ser

Cuando llegamos al teatro Alcázar, lo primero que nos encontramos es al señor que aparece en la foto en la parte superior, es decir, al que va de Hítler. Allí estaba, mirando al frente ajeno a todo lo que ocurría. Una vez en nuestras butacas, apareció desfilando por el pasillo central. Y es así como comienza esta comedia con un reparto tan selecto.

La primera media hora hay que decir que se hace larga. Los chistes son demasiado sencillos, como para agradar a todo el mundo, que pecan de simplones. Otras partes del diálogo no se les ve el sentido (luego lo tendrán) pues son las piezas para construir la línea argumental que vendrá después.

En el reparto, hay varias figuras de la televisión y el teatro que a nadie son ajenas. Empezando por José Luis Gil (Aquí no hay quien viva) y Amparo Larrañaga (Periodistas), además de Diego Martín (Policías, Aquí no hay quien viva). Hay que reconocer que la mayoría de los chistes los protagoniza y sufre José Luis Gil, que sufre muy dignamente su papel de mamarracho, papel que parece que le cuelgan en todo lo que hace últimamente. En cuanto a Amparo Larrañaga y Diego Martín, protagonizan una línea argumental propia, que a veces es demasiado repetitiva, y aunque arranca sonrisas, llega a hacerse pesada en algunos momentos. El papel de Amparo no me gustó mucho. No convencía. No llegué a estar seguro de que el papel fuera así o de si ella ponía demasiado interés por agradar al público. Del resto del reparto no puedo decir sino cosas buenas, aunque por desgracia no los conozco de obras anteriores por lo que no puedo decir si su trayectoria es buena o si su actuación es mejor o peor de lo que suelen hacer.

Para quienes no la hayan visto, la obra tiene mucho que ver con la película «La niña de tus ojos». Trata de una compañía teatral en tiempo del nazismo y de como debe sobrevivir para evitar que los maten. Es decir, que es una comedia, y a la vez un drama de trasfondo.

La Oreja de Van Gogh, en Móstoles

Al final, no pudimos ver a La Oreja con Amaia Montero de vocalista. Lo que no sabíamos hasta este día es que el cambio no había sido para mal.

Fuimos a Móstoles con tiempo y en esta ocasión el concierto estaba muy bien organizado. La policía desvió el tráfico y recolocó los coches para que todos pudiéramos aparcar rápido y entrar a la plaza de toros en un santiamén. Nos colocamos más o menos cerca del escenario, como a unas 7 filas, y nuestra posición hubiera sido excelente de no ser por la compañía: un conjunto de lokazas, de esos que no pueden estar callados ni un momento, que el silencio les incomoda, y que tienen que llenar cualquier vacío con una risa histérica y escandalosa sin venir a cuento de nada. Y por alguna extraña razón se pensaron que eran mejores que La Oreja de Van Gogh y en concreto una, que berreaba con un cerdo degollado tapando la voz de Leire en multitud de ocasiones. Ni las miradas ni los gestos de desagrado de toda la gente que había alrededor hicieron la más mínima mella. Y es que no hay mayor sordo que el que no quiere oír. Más de una vez me compadecí de sus padre, de lo que tendrían que aguantar cada día con semejante esperpento dando la nota a su alrededor.

Y dicho esto, vamos a lo que fue el concierto, que no estuvo nada pero que nada mal. Era el inicio de Leir Martínez como vocalista de LOVG, y una cosa que no escapa a nadie cuando oye el disco de «A las cinco en el Astoria» es el enorme parecido de la voz de Leire con la voz que tenía Amaia en los primeros discos (cuando aún no hacía suspiritos, hipidos y ruiditos entre frase y frase). Y en directo pudimos comprobar que no se trataba de arreglos para forzar que la voz de Leire encajara en las antiguas canciones, sino que era su voz. El mayor logro de LODVG fue conseguir una voz muy parecida a la de su cantante anterior, pero sin todos los vicios que había ido cogiendo después. La voz de Leire nos encantó a todos, así como los otros 4 integrantes del grupo, a los que se nota muy unidos cuando actúan. Tocaron la mayor parte de las canciones del último disco, y nos regalaron algunas más de las clásicas.

¡Ah! y los de donuts nos regalaron unos 8 paquetes de donetes a la salida. Mmmmm …