Entre todo el ruido que suele ser Twitter, rincón de opinión fácil y lugar habitual de turbas incendiarias y bandos polarizados, aparecen de vez en cuando joyas como este que cito aquí debajo, comentada de manera sublime por Eugeinio d’Ors. Si el año pasado por estas fechas Internet nos obsequiaba con aquella historia maravillosa de la «Recreación de lo que viene siendo un grupo de Whatsapp de padres» este año la historia de #Trapillo promete ser de lo mejor que nos dé el 2018.
A continuación, la historia de Trapillo.
Perdonadme que no hable de política pero esto os lo tengo explicar. Hoy he ido a buscar a mi hija pequeña al colegio. La verdad es que estoy algo angustiado. Diría incluso que estresado. Os cuento.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
Llego. La profesora: «Espérate un momento que te explico». Pues vaya. Llego el primero para tener que esperarme hasta el final. Paciencia. Me espero con mi hija. Yo en voz baja ya le voy diciendo «¿qué has hecho? Adelántame algo por Dios». Mi hija no sabe.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
Al fin se van todos los niños. Se acerca la profesora con una bolsa llena de objetos. De la bolsa saca una especie de monigote de trapo. Poniéndole voz de muñeco (la profesora) y con el monigote dirigiéndose a mí, me dice «HOLA, SOY TRAPITOS».Esto no me puede estar pasando.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
La verdad es que no sé si dice Trapitos, o Trapetes, o Trapillos, es un derivado de trapo seguro, soy fatal para los nombres. Sigue dirigiéndose a mí con voz de monstruíto: «ME VOY CON VOSOTROS, ¿PUEDO?». Esto es bochornoso. No sé si tengo que hablar con el muñeco o qué.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
«Sí, claro», contesto, mirando al muñeco y luego a la profesora, que me observa sonriente. Por fin pone voz normal: «Es la mascota de la clase. Esta semana le toca a tu hija». Y yo «Ah, perfecto, pues genial, venga, hasta luego». La profesora: «Espera, espera, QUE TE EXPLICO».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
Y empieza a explicar. Saca una caja de la bolsa. «En esta caja, tu hija tiene que poner un objeto suyo que nos lo quiera explicar». Mi hija «El piano, papá». Yo: «El piano no cabe». Mi hija «Yo quiero el piano». Yo: «Luego lo hablamos». «El piano». «Cállate». Lloros.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
La profesora: «Si no cabe puede ir fuera». Mi hija «¿Ves papá? (llorando)». La profesora: «Tampoco tiene por qué ser un objeto». A ver señora céntrese. Sigue: «Puede ser una foto, un libro, un sonido (¿?), un pergamino (¿¿?? os juro que ha dicho pergamino)».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
Saca una carpeta de la bolsa: «Aquí hay unas hojas que te lo van explicando todo». Empieza a sacar cartulinas: Quién soy, Cómo soy, Mi dibujo, Mis papás, Mis hermanos… «En estas hojas se tienen que pegar fotos y al lado explicar qué es». Yo: «¿La niña?». La profesora: «Tú».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
«Fotos desde que navió hasta ahora: de bebé, del biberón, de cuando llevaba pañales, de cuando se los quitó, de cuando se cagaba encima, de cuando vomitaba la sopa, de cuando cumplió un año, de cuando llora, de cuando ríe, de cuando grita, de cuando cumplió dos…».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
Todo con su correspondiente redacción al lado. Os juro que hay mínimo treinta cartulinas para llenarlas de fotos. Yo: «Es que en casa no tengo impresora (a ver si cuela)». La profesora: «ESTO YA SE AVISÓ». Yo: «Cuándo». La profesora: «En la reunión que no viniste». Bien.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
Cuando creía que ya estaba, saca un dossier de esos de fundas transparentes. «Esto es la carpeta de Trapitos» (o Trapillo, o Traperos, o yo qué coño sé). «Aquí tienes que pegar fotos del fin de semana, y en esta hoja hay que explicarlo todo». UNA HOJA DIN A4 PARA RELLENAR.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
«Las fotos pueden ser de varios tamaños, es en plan collage. Pero tiene que salir Trapitos (o Trapote, o Trapolla, o como mierdas se llame)».Yo: «QUE NO TENGO IMPRESORA». Ella: «YA ME LO HAS DICHO». Se respira tensión.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
Yo: «¿Y si el fin de semana no hacemos nada». Ella: «Algo haréis». Yo: «¿Además de las necesidades básicas y vitales, hay fines de semana que no hacemos nada relevante, y puede que este sea uno». Ella: «Pues tenés que hacer algo porque aquí hay que poner fotos».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
Yo: «¿Y esto para cuándo es? ¿Para el mes que viene?». La profesora: «PARA EL LUNES». Yo, acojonado y con la voz temblorosa: «¿Para qué lunes…?». Ella: «Para ESTE lunes. PASADO MAÑANA».A ver. POR FAVOR.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
Total, que estoy de los nervios. Me han mandado deberes. Voy a ir de culo. A VER QUÉ NOTA ME PONEN.No paro de hacer fotos para que no me falte material. QUÉ ESTRÉS.De verdad, ¿esto es normal? AYUDADME.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 9 de noviembre de 2018
Tras el terrorífico relato, con el que pueden sentirse identificadas buena parte de las familias con hijos pequeños, al llegar el doingo muchos querían saber qué había sucedido con Trapillos (o como diablos se llame) durante el fin de semana. Y sus deseos fueron órdenes:
Bueno, pues como sois muchos los que, a raíz del hilo, me habéis pedido que os cuente el desenlace de nuestra experiencia con Trapitos (o trapillo, o lo que sea), os voy a dar cuatro apuntes de lo que ha sido un inolvidable fin de semana con la mascota. https://t.co/s8OEfHnymd
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Viernes por la tarde: Trapete no sale de la bolsa. Podríamos decir que no ve la luz del sol. Tenemos visita familiar en casa y la verdad es que, en cuanto escribí el hilo, me olvidé de él. Mi hija mucho antes: mi hija se olvidó en cuanto salió por la puerta de la clase.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Bueno, no se olvida del todo. En un momento de despiste, oigo desde la cocina un ruido parecido a cuando arrugas papeles. Parecido no: UN RUIDO DE ARRUGAR PAPELES.Adivinad qué papeles son.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Pues eso. Que mi hija, curiosa, ha sacado todos los papeles del dossier y, al intentar meterlos, como era incapaz, los ha presionado todos dentro de la bolsa, y los ha dejado completamente arrugados. Esto no ha hecho más que empezar, señores.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Por la noche, tras intentar «planchar» los papeles arrugados, por fin sacamos a Trapero. Pienso: «haz todas las fotos que puedas ahora, que lo tienes a mano. Vete tú a saber dónde está el muñeco dentro de un rato». Efectivamente.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Cuando quiero echar mano otra vez del muñeco, nadie sabe dónde está. A todo esto, le tengo que explicar varias veces a mi mujer todas las tareas encargadas, porque no da crédito. Primera discusión: «Ya te he dicho que necesitábamos una impresora».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Toda la familia buscando al muñeco. Sus hermanos, como no lo han visto y no saben cómo es, me van trayendo todos los muñecos que se van encontrando. «No», «tampoco», «no», «¿¡QUERÉIS DEJAR DE TRAERME VUESTROS PUTOS MUÑECOS!?».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Al fin aparece. Debajo de una cama. Al fondo. Busco culpables. Silencio. Miradas bajas. No quiero saber, pero creo que ha sido la pequeña. No le gusta Trapitos. No le hace puta gracia.Hora de dormir.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
«Venga, hija, duerme con Trapollis». Jajajajaajaja. NI DE COÑA. Que no y que no. «Bien, lo dejamos aquí encima». Que no, que no lo quiere ni en la habitación. Al final duerme con la mayor, que sí se ha encariñado.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Sábado por la mañana: yo me voy con sus hermanos hasta la hora de comer y la peque se queda con su madre. Hacia el mediodía me llama angustiada: Trapitos. No aparece. Otra vez se ha «perdido».»Mantén la calma. Ya aparecerá». Ella: «que no aparece. He movido hasta los sofás».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
En esos momentos ya empiezas a pensar en opciones: comprar otro muñeco, hablar con la profesora, cambiar de ciudad, servicios sociales, en fin, muchas cosas.Vuelvo a casa con sus hermanos.Cuando estoy llegando, sorprendeos.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
A una manzana de casa, en la acera, veo una cosa amarilla tirada en el suelo. No puede ser. PUES SÍ. ES TRAPILLO. Mi hija mayor empieza a gritar desde el asiento de atrás: ¡EL POLLO, EL POLLO! (¿os había dicho que es un pollo o algo parecido?).Frenazo. «¡Baja y cógelo, rápido!».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Cuando llego a casa con Trapillo mi mujer no da crédito. Al parecer salieron a dar una vuelta con el muñeco y mi hija, en un despiste de su madre, lo dejó caer disimuladamente. ¿Os he dicho que no le gusta?
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
El sábado por la noche, con los niños acostados, acaba con mi mujer y yo buscando fotos de mi hija en ordenadores, tablets y móviles, y recopilando para hacer el álbum. Nos dan la una. Pedazo de sábado por la noche. A tope.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
El domingo, Trapito es completamente ignorado. Ni fotos ni nada. De vez en cuando lo veo por el suelo, en la mesa, en el sofá. Digamos que lo vamos apartando cuando nos molesta. En un momento dado me lo pongo de cojín en la cabeza. Es mi máxima interacción con él.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Y por fin llegamos al momento actual. He tenido que ir a la oficina para poder imprimir las tropecientas fotos, mientras el resto de la familia disfrutan de una fiesta que hacían en el cole. La impresora se me ha atascado y la he tenido casi que desmontar.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Cuando llegue a casa, tocará seleccionar, recortar, redactar, pegar, dibujar, colorear… todo esto con mi hija ya durmiendo. Pedazo de actividad para hacer en familia, tócate los cojones. Esto para los maestrillos que me han escrito diciendo que no entendía nada.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Muchos me habéis pedido foto de Trapolla. Os enseño dos trocitos. Si os lo enseño entero me delato. Esto se ha hecho viral, y no me apetece mucho que la maestra de mi hija me odie, que me quedan tres añitos con ella. ENTENDEDME. pic.twitter.com/Eh6nAw8m5T
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Una última cosa, para los nuevos seguidores: sabed que yo normalmente escribo sátira política, y de vez en cuando me desahogo con estas cosillas. Os invito a que sigáis siguiéndome, os lo pasaréis bien. Que seguro que no estáis de acuerdo conmigo en nada, pero me podéis insultar.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Y que me gustaría contestaros a todos pero es imposible. Trapello se ha hecho viral. Eso sí, me he reído mucho con vuestros comentarios.Propongo que nos rebelemos contra las actividades absurdas que nos quitan tiempo familiar y nos encorsetan. ¡VIVA LA LIBERTAD!Buenas noches.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 11 de noviembre de 2018
Actualización: Eugenio ha vuelto con la evaluación que le ha hecho la maestra.
Pues acabo de salir de la reunión trimestral con la tutora de mi hija de tres años, la de Trapillo. Desde entonces le hago bastante la pelota y ella está bastante seria. La profesora, digo.
Me ha cateado. Os cuento.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
Ha sido una hora de chorreo continuo. Resulta que: no ha llevado el cuaderno de inglés que tengo en casa todavía con el plástico. «No sabía que tenía que traerlo ya». Me dice que le dio una nota a la niña. Pero vamos a ver.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
¿Pretendes que esa nota permanezca en la mano de mi hija desde que sale de la clase hasta que aparece por la puerta del patio?
«¿Cuándo se la diste?», le pregunto. «Hace un mes». Bueno, al menos si se la ha comido no se ha intoxicado, me quedo más tranquilo.
Más cosas.— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
La bata. Que dijo que no la pusiéramos el lunes en la cartera abrochada. Dobladita y limpita, pero sin abrochar. Que luego ella las tiene que desabrochar todas. PARA UNA COSA QUE HAGO BIEN Y ESTÁ MAL.
Eso cuando la trae. Que haga el favor de no olvidarme más.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
Que tenía que traer una garrafa de agua vacía para hacer un tambor. «Ya la trajo», respondo satisfecho. «Al cabo de un mes». «Es que teníamos que bebernos el agua primero, jeje». No le hace gracia porque ni me mira.
La reunión se va torciendo.— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
Que no hemos puesto el nombre en toda la ropa. «Vale, lo siento, es que son muchas prendas…». Respuesta: «A ver, no es tan difícil, con un rotulador es un momento».
MIRA. Ya te digo que bordar el nombre no lo bordaré. Pero pintarrajear la ropa tampoco. Me tengo que poner, vale.— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
La goma en las chaquetas. «Poned por favor la gomita en la chaquetita», habla así, en diminutivo. «¿Pero si lleva capucha hace falta goma? ¿No la puede colgar de la capucha?». La respuesta me deja sin argumentos: «No». El tema de la goma en la chaqueta merecería un hilo aparte.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
Yo he llegado a tener la goma en una mano y la chaqueta en la otra, y solo tenía que pasarla y hacer un nudo. Pues oye, es quedarme mirando la goma y pensar «pues no la pongo». Y no ponerla. Es una especie de instinto que me dice que ahí no va una goma, no sé.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
Hay veces que la chaqueta te viene del cole con una goma que le ha puesto alguien, intuyo que la maestra. En esos casos la suelo dejar, pero sé de padres que la arrancan con rabia. Son los más radicalizados.
Me voy por las ramas. Estábamos en la reunión.— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
Más cosas que me he dejado: la bata del comedor. «Yo pensaba que la misma bata servía, no sé, en casa es que come sin bata». «Bueno, esto ya es cosa de las monitoras del comedor, yo solo te lo digo». «¿Pero si no la trae no le darán de comer?». De nuevo no me contesta.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
Pero como ve que el tema me apasiona, profundiza: le falta el estuchito con el cepillo y la pasta de dientes (se lo puse en la bolsa a principio de curso y se ha desintegrado), la toallita, el babero («¿si ya trae bata para qué babero?», «ES QUE NO TRAE NI BATA NI BABERO»).
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
Que le dije que después de comer no hacía nunca siesta pero que la niña pide siesta, que me aclare para firmar la autorización de hacer siesta o no hacerla. Una autorización para hacer siesta. En serio. «Oye, si quiere que haga y si no, pues no, qué te parece». «Esto no va así».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
La bolsita con ropa de recambio, que todavía tiene la de verano que le traje en septiembre. Que si ahora se ensucia no puede ponerle una camiseta de tirantes y un pantalón corto con sandalias.
Ahí tiene razón. Si la tiene lo digo y no pasa nada.— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
No me quiero alargar. Cuatro cosillas más: una foto carnet para pegarla en su tacita, tenía que traerla a principio de curso, otra foto para el colgador, un paquete de pañuelos, la ropa de gimnasia (ya no se llama así, es algo de psicomotricidad), que se la pongo cuando no toca,
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
… el desayuno, que tiene que ir en tupper, no en papel de aluminio, porque hay que mirar por el medio ambiente y claro, el plástico del tupper no contamina. Que los lunes y viernes toca fruta, que me acuerde. Lunes mandarina, viernes plátano, pero que cambia cada semana.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
«¿Y cómo sé qué fruta toca cada semana?», «Me lo preguntas». Yo ya me arrepiento de no haber traído algo para tomar notas de todo, porque os estoy contando de lo que me acuerdo, pero ha sido una hora seguida de cosas y cosas sin parar, os lo juro.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
«Por cierto, tu hija muy bien, estoy muy contenta». JODER MENOS MAL.
Ahora la duda que tengo es si mi hija pasará de curso pero a mí me harán repetir y me tendré que encargar de algún niño nuevo o algo. ¿Sabéis si eso ha pasado alguna vez?
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 27 de noviembre de 2018
Actualización 2: Eugenio nos cuenta cómo son los festivales navideños:
Vamos a tomar un poco de aire tras la vorágine política de esta semana y os voy a contar cómo tengo el panorama «festivales de Navidad 2018». Porque no es festival. Es en plural: festivales. Muchos. He perdido la cuenta.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 5 de diciembre de 2018
Tengo al mayor que todavía no sabe qué hay que hacer. Se ve que cantan villancicos y recitan poemas. «¿Te los sabes todos?». «Todos qué». «Los villancicos». «Ah, me faltan tres». «Pues apréndetelos». «No los tengo». «Dónde están». «No lo sé». «Cuándo es el festival». «No lo sé».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 5 de diciembre de 2018
«Y qué piensas hacer». «No lo sé». «¿No te da vergüenza salir al escenario y no saberte nada?». «Me sé dos». «¿Y los otras?». «No lo sé». Y entonces entramos en bucle. Total, que miro y veo que el festival es el miércoles. Bien.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 5 de diciembre de 2018
Este es el del cole. Luego está el de los scouts, que es a mediados de mes. Tiene que ir de pastor, todos los años va de pastor, lleva el mismo disfraz desde hace tres años y los pantalones le llegan a media pantorrilla. También cantan villancicos. «¿Cuáles cantáis?». «No lo sé».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 5 de diciembre de 2018
La mediana en el del cole hace, en uno, de Virgen María, está emocionada, y como le gusta tanto, hace otro con los pequeñitos y les ayuda, o sea que hace dos. Esta sí se lo sabe todo. Me lo sé hasta yo, lleva un mes cantando todas las canciones sin parar, en modo aleatorio.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 5 de diciembre de 2018
Luego también está el que hace con los scouts, que también hace de pastorcilla. Que quiere de Virgen también. A ver, hija, no seas ansias, ya haces de Virgen en el cole. Que de pastorcilla es poca cosa. También se sabe todas las canciones, yo creo que las mezcla, ya verás.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 5 de diciembre de 2018
Luego está la pequeñita, la de Trapillo, que por cierto ha cobrado vida y anda por twitter, tiene cuenta y todo (@TrapilloEugenio ), jajaja; antes de que me lo preguntéis: NO, NO SOY YO.
Pues esta canta muchos villancicos y tiene que ir vestida de algo que no sé qué es.— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 5 de diciembre de 2018
No sé si lo han puesto en la intranet, o han pasado una circular, o lo tengo que preguntar, o se ha dicho en el wasap de los padres, que por cierto no estoy porque me echaron. El caso es que es dentro de dos semanas y no tengo ni idea. Me tengo que informar.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 5 de diciembre de 2018
Luego tenemos los pastorcillos de la catequesis de la mediana, que tampoco sé qué hace, aquí no lo sabe ni ella, solo han ensayado una vez, así que este sí que puede ser histórico. Noto un poco de dejadez, la verdad. Nadie sabe nada.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 5 de diciembre de 2018
También tengo otro festival de un club al que va, es que esta no se está quieta. Cantan villancicos y hacen una pequeña representación. «Hago de Virgen». «¿Otra vez?». Al parecer se puso muy pesada y le dieron el papel. Tiene que llevar un nenuco. «Este, papá». «Esto es un oso».
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 5 de diciembre de 2018
Creo que no me dejo ninguno. Me he hecho un excel y lo tengo en el portátil, en la nevera, en la tablet y en el móvil, y cada hora lo consulto para ver que todo va bien y está en orden. Tengo que acabar de cuadrar agendas con mi mujer, los abuelos, los tíos y los primos.
— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 5 de diciembre de 2018
Si se me pasa algo, no sé, que en vez de pastora vaya de Virgen, o que en vez de un nenuco lleve un oso, o que en vez de a las cinco sea a las seis, no os penséis que somos malos padres ni nada, es que VAMOS DE CULO.
Esto de los festivales debería regularse por ley.
Por favor.— Eugenio d’Ors (@ra_LA_me) 5 de diciembre de 2018
Me siento identificada plenamente. Cuando lo comenraba con otros padres para intentar erradicar estas «pesadillas» parecian no entenderme, por lo que pensé que era una visión particular. Ahora me siento respaldada.
Hola María, a todos nos pasan historias parecidas, si no iguales. Mismamente la semana pasada, a las 3 de la tarde del sábado nos avisan de que para el lunes tenemos que llevar una lámina de goma-eva para el mayor. Y estamos temiendo que en cualquier momento nos toque llevarnos a algún muñeco-bicho-mascota a pasar el fin de semana.
Al final, me da la impresión de que continuamente nos están poniendo deberes a los padres, ya que de sobra saben que un niño de entre 2 y 5 años no puede hacer ese tipo de tareas. Entiendo que es para que los padres se involucren en la educación de sus hijos pero al final no dejan de ser «deberes para padres».
Pues hoy me ha tocado a mí traerme a trapollas, en mi caso una Caperucita Roja bastante tétrica, de trapo, con unas trenzas que en algún año ondeaban al viento pero que ahora están fijas, como sin llevara gomina, de la mieeeeerrrda que tiene, en el resto del vestido de la Caperucita sucia, digo Roja, tiene restos de fluidos/mocos/no quiero saberlo, que porque sé que no hay ninguna caso de coronavirus, sino de buena gana se la daba al perro para que se acabara el cuento y por fin el lobo fuera el feliz.
Lo dicho en un día devuelvo a Caperucita sucia y el consiguiente trabajo de estudio fotográfico haciendo poses fingidas.
No estás solo
Hola Miguel, muchas gracias por compartir tu dolorosa experiencia con esta nuestra comunidad de afligidos y atormentados padres.
Ya es casualidad, nosotros hemos sido «agraciados» hoy con el Libro Viajero, otra manera similar de tortura para los padres.
Trapito o Traputo o Trapero nos tocó 2 veces con el mayor, así que ahora estamos esperando su vuelta de nuevo. No la esperamos con impaciencia, o sí, por quitárnoslo de enmedio.
En cuanto a Caperucita, yo aprovecharía y le haría un book con poses sensuales, así como insinuándose al lobo, o si es posible, ponerle la mirada perdida y una motosierra en la mano y la cabeza del lobo en la otra. Quizá así se quitaba la cosa de hacer circular los bichos estos entre los padres.
Sigo pensando que estas cosas son espectaculares sólo en la cabeza de quienes se las inventan, pero que a la hora de la verdad no dejan de ser «deberes para padres» sin más.
Hasta pronto,
Mis hijos son un poco más mayores. A nosotros no tocó más de una vez salir corriendo, un sábado por la tarde, al Corte Inglés para comprar un pez que sustituyera a la mascota de la clase que nos habían entregado, moribunda y en una pecera que no reunía las mínimas condiciones de supervivencia, el día anterior. Naturalmente era un pez que, casi todos los lunes, acusaba sorprendentes cambios de tamaño, color o comportamiento.