El Florido Pensil

El Florido Pensil hace un recorrido por las memorias y recuerdos de lo que eran los colegios de los años 50 y 60, caracterizados por una marcada presencia del franquismo, en clave de humor y sin un principio y un fin. Es una sucesión de pequeñas historias, y gracietas ocurrentes para mantener al respetable entretenido mientras se van contando las escenas que ilustran el libro (libro que salió publicado hace unos 10 años y tuvo bastante éxito, sobre todo en la generación de los años 50).

Nosotros tuvimos la oportunidad de verla en La Latina. La compañía teatral se llama Tantakka Teatroa y ha hecho más de 1.500 funciones de esta obra. El día que fuimos pudimos ver a Lina Morgan, que estaba muy cerca nuestra junto con Marcial Álvarez, que venía disfrazado de tuno junto con su pareja y Lina los había colocado en un palco..

Dover, en Getafe

Desde hacía bastante tiempo llevábamos con ganas de ir a este concierto. Aunque Dover siempre ha sido un grupo que se ha dejado ver bastante, la cosa es que nunca habíamos tenido una ocasión tan clara como esta, y la aprovechamos. Y aunque sabíamos que nos iba a gustar, lo cierto es que nos llevamos una muy agradable sorpresa … porque descubrimos a un grupo que nos gustó mucho, que hacían de teloneros. Este grupo es Señor Trepador. Cuando vas a ver música sin saber quien va a tocar es mágico, porque te sueles llevar sorpresas muy buenas, descubres nuevos sonidos y te vas conociendo un nuevo grupo.

En cuanto a las hermanas Llanos, pudimos descubrir su nuevo look y sus nuevos ritmos. No sabíamos que se habían reinventado y se habían pasado a la música electrónica, y fue allí cuando pudimos ver los éxitos de siempre tocados entre teclados y sintetizadores. «Devil came to me», «Serenade» o «Cherry Lee». A Mabel también le gustó mucho y creo que ha sido uno de los conciertos donde mejor lo ha pasado. Ese día volvíamos de Bilbao y nos fuimos con maletas y todo, sin pasar por casa, al polideportivo de Getafe.

La Frontera y Zinkin Prim, en Sala Heineken

Nosotros fuimos a ver a La Frontera. Pero al llegar nos encontramos con una sorpresa, y es que La Frontera actuaba hora y media más tarde, y antes lo hacían los Zinkin Prim, que eran el grupo revelación, habían ganado un premio de Madrid y no-se-cuantas cosas más. Pues bueno. Pues vale.

El problema es que fuimos de los pocos poquísimos que llegamos pronto. Aquello estaba desangelado, y casi había más gente encima del escenario que abajo. En fin, que los Zinkin decidieron tocar igual. Allí sólo estábamos Mabel y yo, los padres y amigos de los Zinkin, y unos chavales muy majos que al igual que nosotros también habían ido a ver a La Frontera, pero que decidieron animar un poco, ya que aquello daba bastante pena.

Y bueno, pues el concierto transcurrió más o menos bien. Tiraron mecheros, camisetas y hasta cds de su disco. Que por cierto, como éramos tan pocos, conseguimos varios mecheros (la mayoría reventaron al tocar el suelo) y son muy chulos, pues tienen también una linternita por la parte de atrás. Conseguimos también un CD, que por cierto se llama «Mabel». A Mabel le dije que el cd se lo habían dedicado a ella, y se lo enseñé. Se quedó un poco pensativa mirando el cd, porque su nombre no es muy común y era raro que un grupo le hubiera puesto su nombre a su disco … pero allí estaba. Y de hecho todavía lo tenemos en casa tal y como nos lo dieron, con su celofán y todo.

Después de los Zinkin Prim llegó La Frontera. Tocaron una canción entre los dos grupos y por fin llegamos a las «Siete calaveras», «las aventuras del Capitán Achabán» y clásicos como «El Límite». Con la misma cara de fumaos que siempre, y con el ritmo en la sangre, a compás de 2×4. Grupos como estos demuestran que se puede vivir tocando los éxitos de siempre (pero haciendo conciertos, no como un tal Ramoncete que «dice» que fue grande hace tiempo, pero nadie ha podido comprobarlo aún). La Frontera aún es bien recibida en los festivales de rock y sabe como animar un buen concierto.

Y por desgracia, la cosa terminó antes de lo previsto, porque los de la Sala Heineken dijeron que al empezar más tarde se había ido el tiempo y había que cerrar. No nos gustó pero como La Frontera decidió terminar, la cosa quedó así. En ese sentido me gusta más Loquillo, que cuando le pasa eso dice «mis conciertos los termino yo» y toca hasta donde tenía pensado hacerlo.