En la primera entrega ya os conté a modo introductorio como es la vida en el ministerio. Vamos a continuar con un poco más.
EL TRABAJO, ESE GRAN DESCONOCIDO
El trabajo del día a día era más bien poco, sobre todo teniendo en cuenta que el área de sistemas contaba con unos 12 trabajadores (de los cuales había 4 externos y 8 laborales/funcionarios) . Sin embargo, personas reales eran no más de 5, a saber:
– El responsable de todo estaba presente 3-4 horas y no todos los días (aunque estaba localizable en su BlackBerry).
– De los funcionarios, 2 estaban de baja por enfermedad larga.
– De los funcionarios que no estaban de baja, ninguno era informático o tenía que ver con la informática, lo que limitaba en gran medida las tareas que podían desempeñar. Si sumamos las edades (próximas a los 60), su falta de experiencia en áreas de tecnología, y los horarios creativos, el rendimiento de esas personas se acercaba bastante a 0 y algunos tenían bastante predisposición a faltar, habiendo casos que de cada semana faltaban 1-2 días por sistema.
Como conclusión, el trabajo de sistemas se llevaba a cabo íntegramente por los externos. Juntando el área de sistemas con comunicaciones y web la cosa no era sustancialmente mejor, pues en total la plantilla era de 25 personas, pero con un reparto muy similar a lo ya contado en trabajo, proporciones externos/funcionarios, conocimientos y dedicación. Es decir, que básicamente todo el trabajo dependía exclusivamente de los externos, siendo un problema si alguno de ellos faltaba o se ausentaba. Ello también obligaba a que la jornada de los externos fuera sensiblemente superior a la de cualquier funcionario, y teniendo que cubrir niveles de servicio de 8am a 8pm (sin contratación de otros funcionarios).
Volviendo al caso de sistemas, se juntaba también que los externos eran la parte más joven de la plantilla, habiendo una distribución de edades bastante desproporcionada. Los externos tenían no más de 35 años, mientras que ningún laboral/funcionario tenía menos de 55. De nuevo una justificación más para que todo el trabajo caiga en manos de externos.
Nuestro trabajo real consistía básicamente en monitorizar los casi 100 servidores que había en nuestro área, todos ellos con tecnología Microsoft, y asegurar la continuidad del nivel de servicio, así como realizar el mantenimiento de las bases de de datos de SQL Server, planes de seguridad, copias de respaldo y en definitiva, lo que se hace en cualquier departamento de sistemas. Con frecuencia teníamos que discutir con otros departamentos, ya que cada mes había que actualizar todos los servidores dos veces (una para las actualizaciones regulares y otra para las extraordinarias) lo que hacía tener que parar sus máquinas 10-15 minutos. Muchos de los jefes de departamentos no entendía ese parón y de alguna manera pensaban que era una especie de capricho de sistemas para fastidiar, lo que terminaba en discusión por escalas de poder. Más o menos la cosa va así: un externo sólo puede discutir con otro externo. Si la cosa sube de tono, su responsable (funcionario o laboral) debe discutir con otro similar de mismo nivel, ya que si el nivel fuera superior, también se vería obligado a tirar de su jefe (con mayor nivel) para poder imponer su criterio. En definitiva, los choques se resolvían a favor del que pudiera aportar el funcionario con mayor nivel. No era así en el 100% de las veces, pero sí en muchas ocasiones.
El nivel también afectaba a otras cuestiones de la vida cotidiana. Por ejemplo, a la hora de escoger vacaciones. Al igual que en una manada de perros cuando se disponen a comer primero come el jefe y después van comiendo por orden de importancia, aquí el nivel también se imponía en este aspecto. Primero escogía vacaciones el funcionario de mayor nivel, luego el siguiente y así. Estando de nuevo al final de la cadena el externo, que a pesar de no tener nada que ver con el ministerio laboralmente hablando, dependía de los días que cogían los otros para poder coger las suyas, y quedándoles períodos de vacaciones la mar de pintorescos.
En el resto del ministerio, el trato con los externos era bastante más equilibrado y cordial, ya que para que no hubiera tanto desequilibrio, a los externos se les permitía tener 2-3 tardes libres por semana a condición de que las tardes que les tocara venir tuvieran una hora más (de manera que se cumplieran las 40 horas semanales). Sin embargo en sistemas, los externos hacían con bastante facilidad las 50 horas semanales y más. Los externos tenían asignadas 2 horas para comer obligatoriamente para poder alcanzar el nivel de servicio del contrato de su empresa con el ministerio. También tenían que venir a veces antes del comienzo de la jornada, o quedarse después, a pesar de que ningún funcionario lo hacía. Y lo mismo con fines de semana.
En verano es posible coger la jornada intensiva, tanto funcionarios como personal externo. Sin embargo en Sistemas tampoco era posible esto último para los externos. No hay nada más reconfortante que estar en un ministerio a las 7 de la tarde de un viernes de agosto.
En definitiva, los externos estaban puteados en todos los sentidos.
Y hasta aquí la segunda entrega.