Hace hoy 4 años, que realicé
la primera entrada de este blog. ¿Lo recordáis? Sí, hablaba de la bomba que pusieron junto a mi lugar de trabajo. ETA voló uno de los edificios más emblemáticos de Madrid, una de las dos esferas de que abren Campo de las Naciones, en concreto la de Bull/Steria.
Cuatro años más tarde, coincidiendo con el aniversario de este suceso, ETA ha vuelto a hacer lo único que sabe hacer desde la cobardía que ya la caracteriza: atacar un centro de trabajadores en plena hora punta, justo a la hora de entrada. Como cobardes y vagos que son, no se meten a volar la Moncloa o el Palacio Real. Eso sería muy complicado para ellos. Es mejor ir a por objetivos más sencillos, contra la gente de a pie, la gente que a fin de cuentas mueve el país.
De hecho su objetivo sigue siendo Ifema, pero nunca llegan a acercarse a más de 200 metros. Como se puede ver, siempre ponen las bombas en los alrededores.
La policía, al igual que hace 4 años, ha vuelto a colaborar con el clima de paranoia y desinformación, negándose a explicar lo que ocurría y cual era el motivo de impedir la entrada a trabajadores. Una cosa es evitar que cunda el pánico y otra cosa es provocar el miedo por falta de información. Lo mismo ocurrió en 2005. Ya que los agentes decían que no se podía pasar, yo estaba mirando la forma de cruzar hacia mi empresa corriendo por algún sitio que no hubiera policía, ya que no veía razón alguna para no hacerlo y la policía tampoco supo darme ninguna explicación para no hacerlo (el que venga alguien importante a Arco o a Ifema para hacerse fotos no es razón suficiente para impedirme el paso o para no dejarme ir a trabajar). De nuevo la policía podría haber colaborado para aumentar los daños provocados por la bomba. ¿De verdad está la policía preparada para mediar en casos como este? ¿Tienen la formación adecuada? A mí me da la impresión de que no, y que en caso de amenaza terrorista están igual de asustados o más que un civil, y que el protocolo que siguen, o no está bien diseñado, o no está bien aplicado. Cualquier persona podría haber salido gravemente perjudicada gracias a la aplicación del protocolo de seguridad y desinformación.
Esto, unido a la
pequeña nevada de hace unos días, en la que los servicios de emergencia y protección civil se quedaron atónitos mirándose unos a otros con cara extrañada sin saber qué hacer ante el raro y espectacular fenómeno que supone el agua en forma de pequeños cristales de hielo llamados comúnmente nieve, me llevan a pensar que nuestros servicios de protección sólo funcionan bien en tiempos de calma y normalidad, pero que no están en absoluto preparados para cosas que se salen de lo ordinario.
Cada vez estoy más convencido de que no ocurren más cosas únicamente por pura casualidad.