Hace algunos años me gustaba ir al cine y entrar a ver una película sin saber absolutamente nada de ella. Como mucho su cartel. Y según iba viendo la película iba dejándome sorprender por ella, saboreando cada escena como si fuera la primera vez que tomo una nueva bebida. Algunas películas me gustaban y quería verlas de nuevo, una vez conocido el final para recomponerla y saborear de nuevo el principio. En definitiva, tenía capacidad para sorprenderme y la aprovechaba. Con el tiempo, los adelantos y el bombardeo de media a todas horas … hemos dejado de sorprendernos. No dejamos lugar a la sorpresa. Cuando vamos a ver una película, ya hemos visto el trailer (desde hace 15 años es tendencia hacer un trailer larguísimo que cuente toda la película en 2 minutos), ya hemos leído las críticas, sabemos quién trabaja, la recaudación, sabemos cuáles son los matices en que debemos fijarnos o el por qué de esta escena o de aquella. En definitiva, vamos a ver la película para corroborar que lo que hemos leído es cierto. Y así se pierde toda la magia. Vamos a ver una película buena con una probabilidad del 100%, porque ya todos los medios nos han dicho que es buena. Imposible errar el tiro.
La magia de vivir consiste en tomar decisiones y en tener la oportunidad de equivocarse. De tomar una mala decisión y ver una película mala, pero con la emoción hasta el final de no saber qué tipo de película es hasta que termina. De poder decidir por ti mismo si una serie te gusta o no sin que alguien te la recomiende. Poder hablar con alguien y poder recomendarle no sólo series buenas, sino también series malas, sin hablar de oídas, simplemente usando tu criterio. Poder coger un libro sin mirar el título o sin prestarle atención al autor y leertelo. En definitiva, se trata de tener la libertad de tomar decisiones sin estar condicionado previamente. Hoy en día parece que todos estamos muy apurados y debemos optimizar el tiempo para no desperdiciar ni un segundo. Y me da la impresión que vivir así es una forma de desperdiciar la vida aún mayor. Al final vamos consumiendo libros, películas, series, viajes y demás por puro postureo. Por poder decir en FB "yo también he estado allí", "yo también he visto tal película". Pero ¿te has enterado de lo que has visto? ¿has visitado algo que no saliera en las guías? Al final nos cundiría lo mismo llamar a Memory Call y comprarnos los recuerdos para poder decir que los tenemos.
Tengo 38 años y me sigue gustando meterme un caramelo en la boca de vez en cuando sin mirar el papel y sin saber de qué sabor es, e intentar adivinarlo yo solo.