Mägo de Oz, en Las Ventas

Este fue el primer concierto al que fuimos Mabel y yo, y la primera vez que fuimos a ver a Mägo de Oz. Nos habían dicho que la gira de Gaia había estado muy bien, y que se habían currado bastante el escenario. Compré las entradas en El Corte Inglés (30 eurillos entre los dos) y allí que nos fuimos. Como era verano no había mucha gente y se podía estar abajo o en las gradas, ya que se veía bastante bien en ambos sitiso.

Al principio había algún problema y el concierto no empezaba, por lo que Txus decidió pegar un repaso a la actualidad nacional, y a la iglesia (un tema que siempre le apasiona y del que generalmente no suele quedar nadie indiferente). Y con media hora de retraso, empezaron a sonar los acordes de Volaverunt al órgano. Después continuaron con la Posada de los Muertos, y un poco más adelante, la esperada «Cantata del diablo». Sin embargo, cuando Mägo de Oz toca en directo, le pone un tempo más rápido que en los discos, y a José Andrea a veces le cuesta seguir la melodía, como en este caso. Lo bueno de los conciertos de Mägo de Oz es que le pasa lo que a los de Celtas Cortos. Tienes a una auténtica banda con 15 o 20 instrumentos, todos sonando a la vez o por tandas. Y cuando lo hacen, y lo hacen bien, es magnífico. En el caso de Mägo, siempre que los veo en directo me voy con una sensación muy buena, pues son directos muy elaborados y muy buenos.

Para acabar, casi al final se fue la luz. Nosotros no aguantamos más y nos marchamos, porque ya era bastante tarde, y la cosa se podía dilatar bastante. Después tocaron el Santo Grial, Molinos de Viento y ahí terminaron.

Pendrive y la inteligencia del ser humano

El jueves pasado 1 de junio me fui a trabajar como cada mañana. Todo fue normal hasta que llegué al trabajo. Pero al llegar me di cuenta de que ya no tenía el Pendrive donde llevo todas mis cosas. El dia anterior me habian roto la cerradura del coche (para variar, pues es un hecho que se repite con bastante periodicidad) así que ya sabemos como pudo «perderse». En el Pendrive no llevo muchas cosas, y desde luego ninguna interesante para alguien que lo encuentre, aunque sí bastante para mí: Curriculums, los partes de actividad de la empresa, mi agenda, algunos programas en visual basic, enlaces de internet, apuntes de Procesadores de Lenguaje, mi Proyecto de Fin de Carrera y poco más. Lo que se suele llevar en un Pendrive. Pensaba que no sabría nada más del dichoso Pendrive cuando el martes recibo una llamada oculta. Era el ladrón, que resultó ser más corto que las mangas de un chaleco. Transcripción de la llamada:


– Hola ¿Eres Alejandro?
– Si, ¿qué quieres?
– ¿Has perdido un pendrive gris? (perdido … qué eufemismo)
– Sí, ¿lo has encontrado?
– ¿Me puedes decir cual es el código secreto? (¿Da Vinci?)
– El código secreto ¿de qué? (la verdad es que no tengo ni idea de a qué se refería)
– (click … fin de la llamada)


La verdad es que era bastante fácil dar conmigo. Con ver mi curriculum o la agenda podía haber obtenido mis datos y hacerme llegar el pendrive. O haber exigido un rescate (aunque no os lo creáis, la gente es tan hija de puta de pedir dinero por devolverte tus cosas). De hecho, no sé para qué le puede interesar a alguien un pendrive con una agenda que no es tuya. Además, un pendrive usb de 1Gb hoy en día cuesta unos 20€. Vamos, que no es algo prohibitivo precisamente. Por lo general, para la persona que lo pierde suele ser importante esa información que va dentro, y si no tiene copia de seguridad, le puede hacer bastante daño esa pérdida. Por ello, en estos casos suele ser habitual dar una compensación económica a la persona que tiene el detalle y el sentido común de devolverlo (a él no le vale para nada, y hay una persona a quien le puede o bien solucionar la vida o bien rompérsela).

Pero en el caso que nos ocupa nos encontramos con alguien con muy pocas luces. No sólo no intenta devolverla (eso que pierde) sino que encima llama no se sabe bien con qué fin a tocar las narices. Por la pregunta parece que de informática sabe más bien nada.

Otras veces que hemos perdido algo a veces hemos tenido suerte y lo han devuelto. Incluso una vez nos devolvieron la cartera con dinero y todo. Por desgracia, hay gente buena, gente lista, y gente subnormal. Y por ello, de vez en cuando te toca un elemento de este último grupo.

Y con esto me hago la siguiente reflexión. ¿Qué hubiera ocurrido si yo no hubiera tenido copia de seguridad de todo? ¿Tendría que estar pendiente de que aquí mi amigo decidiera llamar? ¿Cuanto te puede llegar a fastidiar perder tu pendrive? ¿Cuanto tiempo y esfuerzo necesitas para rehacer la informacion? ¿Qué hubiera pasado si no tuviera copia de mi proyecto de fin de carrera?

Podéis imaginaros la desesperación que puede suponer para alguien perder su PFC antes de entregarlo? Puede llorar, patalear, enrabietarse, y todo porque un hijo de la gran puta ha decidido ser más tonto de lo que ya es cada día y quedarse con una cosa que ni le va ni le viene. Imaginaros cuanto podría estar dispuesta a pagar una persona por su PFC del que no tiene copia. Vamos, que si el que lo ha robado o encontrado es un poco listo, hace negocio y le saca partido, y así hay dos personas felices. El del pendrive recupera su valiosa información y el chantajista se saca una pasta gansa. Es decir, que para una persona lista, sólo cabrían 2 caminos: Devolverlo gratis (si el tío es legal) y devolverlo a cambio de un dinerillo (y aquí la cifra depende de la informacion que va dentro, y de lo cabrón que pueda ser el que lo encuentra). Pero cuando a la mala fe, se une la estupidez, tenemos una combinación dificilmente predecible, porque el ladrón puede ir incluso en contra de sus propios intereses (como es este caso que he contado).

Por otro lado, cuando una persona encuentra algo (un libro, una bolsa, dinero), el mayor problema para devolverlo es que no hay manera de hacerlo. Algunas personas llevan estos objetos a «Objetos Perdidos» (en la Plaza de Legazpi). Si te encuentras una cartera, con mirar el dni posiblemente des con las persona. Si es un móvil y está encendido, llama a cualquier número de la agenda. La persona que lo coja te dirá de quien es. Si es una mochila, se puede mirar dentro buscando algún dato identificativo (muchos libros vienen con el nombre en la primera página, o puede ser de una biblioteca, con lo que es fácil ver quien tenía prestado ese libro). En realidad. En el caso particular del dinero … pues es obvio que resulta muy muy difícil localizar al dueño. Si el dueño no aparece reclamándolo, no es posible devolverlo. Pero este es el único caso.

Por lo general, si te encuentras algo y resulta difícil encontrar al dueño resulta más difícil resulta más fácil quedárselo (con el pretexto de «para que se lo quede otro … me lo quedo yo»). Cuando ves un nombre, un dni, un teléfono, no hay excusa que valga. Si te lo quedas, eres un maldito ladrón, y punto. No hay medias tintas. Por otro lado, dependiendo de la importancia del objeto (un maletín, trabajos, un anillo grabado, …) piensas en lo importante que puede ser el objeto para esa persona y si no se es extremadamente ruin y/o tonto, uno lo devuelve a la mayor brevedad para hacer el mínimo trastorno, y porque igualmente es lo que a uno le gustaría que hicieran. Si a alguien de mi entorno le desapareciera algo, me gustaría que se lo devolvieran, así que por sentido común y aunque fuera egoistamente, también yo tendría que devolver lo que me encontrara para poder exigir a los demás lo mismo.

Sitios para buscar / avisar de objetos perdidos:

Si lo pierdes en el autobus, puede que tengas suerte y puedes ir a buscarlo a Calle Cerro de la Plata nº 4 – 28007 MADRID o llamar al telefono 902.50.78.50. Incluso hay una lista con lo que se han encontrado hasta ahora. Si te lo encuentras en el Metro, se lo dejas al de la taquilla, o si no hay, También puedes ir a reclamarlo a Oficina de Objetos Perdidos del Ayuntamiento de Madrid, Paseo del Molino nº 7 – 28045 – MADRID Telef.: 91.527.95.90. También se puede mirar en el diario Qué, que dispone de un foro para avisar de cosas perdidas y encontradas. O en Explanada, que tiene otro foro donde se anuncian objetos extraviados y encontrados. Aquí tienes un post majete sobre objetos perdidos. Por último, un artículo de Consumer.es muy interesante sobre los objetos perdidos.

Y poco más deciros. Por suerte esto sólo ha sido una anécdota, y una manera de alegrarme por tener copia de mis cosas. Cosa que siempre se recomienda, pero que la mayoría de las veces no se hace, y luego vienen los disgustos. El pendrive puede acabar en la lavadora, o el ordenador achicharrado por un pico de tensión o cualquier otro desastre, incluyendo a los hijos de puta que pululan por tu barrio. El caso es que en un momento puedes perder todo tu trabajo y quedarte con cara pasmada (si no tienes copia, puede costarte incluso minutos recuperarte de la impresión … ya lo he visto otras veces) o quedarte con una sonrisa pensando el famoso what if… (qué hubiera pasado si no hubiera sacado la copia ayer … ufff por poco).

Bueno chavales, nos vemos.

Por cierto, defiendo mi proyecto este mes … si todo va bien.

Y si al fin consigo el título … no aparezco por la universidad en un tiempo muy largo (como mucho de visita).

Comienza el juicio contra Noelia de Mingo

Ya han pasado varios años de aquello y cuando parece que las familias empiezan a levantar cabeza, es momento para revivirlo todo una vez más durante el juicio de Noelia de Mingo. Esta persona salió tristemente a la luz pública hace 3 años cuando no pudo evitar obedecer a las voces que gobiernan su mente, que continuamente le dictaban lo que debía hacer. Pero algo más reprochable que la actitud de la tal Noelia, son su familia, sus superiores y los directivos de la Fundación Jiménez Díaz, que conociendo de sobra el estado de Noelia, su enfermedad, y la total ausencia de tratamiento, la dejaban ejercer como si su profesión permitiera este nivel de irresponsabilidad. Total, si nunca ha pasado nada. Vale. Y ahora ¿qué? ¿se la mete en la cárcel y todos felices? En esta historia ya no puede haber final feliz, ni tampoco justo. 


La única compensación que se puede esperar es que aquellos que aplaudieron a la tal Noelia y que la conservaron en su puesto en lugar de ponerla a contar árboles o en un lugar donde no peligrara la vida de nadie, la hagan compañía durante los 30 años que fácilmente la caigan (siempre que no se libre por enajenación mental o cualquier otro burladero legal). De esta forma, quizá su familia comprenda de una vez la enfermedad de su hija, que parece que a estas alturas todavía no es consciente del grado de responsabilidad que ellos mismos tienen sobre estos sucesos. Esta familia, chapada a la antigua, todavía piensa que un hijo esquizofrénico es para esconderlo, que nadie se entere de lo que tiene, no sea que la familia quede marcada y deshonrada. Si esta familia se hubiera preocupado sólo un poquito por su hija, hubiera sabido que dependía del tratamiento para llevar una vida normal, y que hubiera sido mucho más positivo para ella el poder llevar una vida casi normal. En su lugar, la han condenado a una vida a medias entre la cárcel y el hospital psiquiátrico. Aparte de que ya no volverá a ser Noelia de Mingo, sino «la que se cargó a 3 personas en La Concepción». Si eso es lo querían para ella, ya lo tienen. Ha quedado claro lo mucho que la quieren y lo orgullosos que se sienten de ella.


Por otro lado, y debido a las paradojas e ironías de la vida, Leilah (la doctora que asesinó Noelia) solía tratar con esquizofrénicos. Era una enfermedad que ella conocía bien, y sabía que mientras estuvieran medicados, no entrañaban ningún peligro, pues las voces desaparecían. Tuve la oportunidad de conocer a Leilah en el Hospital Clínico de Madrid. Ambos éramos voluntarios en aquel hospital y nos dedicábamos a acompañar a los enfermos que pedían compañía. Los días en un hospital cuando estás en una cama sin nada que hacer pueden ser eternos, y la tv deja de ser una distracción cuando no tienes otra cosa que hacer. Recuerdo que Leilah se desenvolvía muy bien, y sabía capear muy bien cualquier situación. Imaginaros lo que es presentarte en una habitación delante de alguien que no conoces de nada, y entablar una conversación desde cero, y todo ello haciendo que parezca de lo más natural, como si fuera lo más normal del mundo. Ante esto, cada persona reaccionaba de manera distinta, aunque la reacción más común era la aceptación de tu presencia. Con algunos pacientes que estaban allí semana tras semana se llegaba a hacer amistad. Pero era raro llegar a este punto, porque lo más normal es que la gente nunca esté más de 15 días, por lo que coincidíamos 1 o 2 veces como mucho. Por otro lado, es difícil animar a alguien que no conoces de nada sin que suene a tópico o superficial. Si no la conoces de nada ¿como le puedes decir que todo va a ir bien sin que suene a falso? Y claro, antes de intentar convencerle a él, te tienes que convencer tú para decirlo con un mínimo de seguridad. Pues allí estaba yo con estas dudas (como la mayoría, creo), pero Leilah cogía la conversación y tiraba adelante con lo que fuera, sin patinar en ningún momento. Como solíamos ir en parejas, para que nadie se quedara atascado o en un silencio incómodo, siempre era bueno llevarla como compañera. Sabías que todo iba a ir sobre ruedas. Por otro lado, su implicación era bastante grande, y se preocupaba de los enfermos más allá del hospital, por como les iba después de recibir el alta. Generalmente, los enfermos entran y salen y su vida apenas cambia. Pero hay otros que no pueden volver a trabajar, o que su día a día cambia radicalmente. A veces es el caso de la gente con enfermedades mentales. Y este tipo de enfermos es difícil de visitar (al menos al principio) porque en primer lugar, vas con algo de miedo y además no sabes ni remotamente lo que te vas a encontrar, ni por donde te van a salir. Necesitas bastante «rodaje» para poder desenvolverte con soltura y mantener el control de la situación continuamente, pues en cualquier momento te pueden hacer una pregunta para lo que no tengas respuesta, o tener una reacción inesperada ante algo que digas o hagas.

Enlaces:
http://query.nytimes.com/gst/fullpage.html?sec=health&res=9C01E4D71638F937A35757C0A9659C8B63
http://www.elmundo.es/elmundo/2006/05/07/madrid/1146990185.html
http://www.elmundo.es/elmundo/2006/05/09/madrid/1147159683.html
http://www.telemadrid.es/actualidad/noticia.pag?codigo=150555
http://www.lavozdegalicia.es/buscavoz/sugerencias.jsp?TEXTO=1743424
http://www.elmundo.es/elmundo/2006/graficos/may/s2/hospital.html