Limitaciones iPad

A pesar de que Apple no dice en ningún sitio de las limitaciones técnicas del iPad, resulta que hay algunas, especialmente en cuanto a la gestión de fotos se refiere.

De momento, lo que ya está comprobado es lo siguiente:


  • No más de 400 fotos por carpeta (en algunos casos han llegado hasta 1500, supongo que con resoluciones muy bajas).
  • No más de N carpetas (todavía no sé con precisión dicho límite, pero sí sé que existe).En mi caso, llevo cerca de 600 y aguanta.
  • El límite efectivo de fotos está entre 10.000 y 24.000 fotos (no es posible precisarlo con exactitud dado que el iPod Photo Cache reacciona de manera diferente según tamaño y resolución de las fotos)
  • El límite en Gigas estaría en los 16 GB, independientemente del tamaño del iPad.

Todo esto desemboca en problemas a la hora de sincronizar, si bien iTunes lanza mensajes muy difusos (o no lanza ninguno) al respecto. Las posibles soluciones van en la línea de borrar la carpeta «ipod photo cache»  o mover las fotos a otra carpeta. También se recomienda no sincronizar la carpeta completa y elegir a mano las que se quieren sincronizar.


Las pruebas las he hecho con iPad 1 actualizado a ios 5.0.1 (con la 4.3.3 no he visto nada raro hasta ahora) y con iTunes 10. Con 4.3.3 he metido +15.000 fotos sin ningún problema. Algunas de las limitaciones son inherentes al propio iTunes por lo que es posible que con iPhoto o Aperture no se reproduzcan.


Actualización: Después de restaurar el iPad y borrar «ipod photo cache», he conseguido volver a meter las fotos, metiendo las carpetas 1 a 1, no más de 200 de cada vez y con carpetas  que no pasaran de 100-150 fotos. Cuando no va bien, mete las carpetas vacías, por lo que hay que deseleccionar unas cuantas y volver a intentarlo. Como es un proceso tedioso y el iTunes intenta sincronizar todo de cada vez, se recomienda meterlo lo primero, antes que las aplicaciones y que la música.

La red resiste

 
Hace exactamente dos años tuvimos conocimiento del anteproyecto de Ley Sinde. Gran parte de la ciudadanía señaló de inmediato su rechazo en las redes a través del #Manifiesto “En defensa de los derechos fundamentales en Internet”. En estos 24 meses el debate social sobre esta iniciativa ha sido intenso y ha aglutinado a ciudadanos y organizaciones preocupados por la merma de derechos y libertades. Ahora, pocos días después de haber sido deslegitimado por las urnas, un gobierno moribundo pretende aprobar el reglamento que desarrolla esta ley en abierta connivencia con el gobierno entrante.
La Ley Sinde tendrá numerosos efectos indeseados: al introducir una fuerte inseguridad jurídica en la regulación de Internet, se dificulta gravemente la actividad de los emprendedores tecnológicos que el Partido Popular pretende que contribuyan a reactivar la economía. La redacción de la Ley Sinde señala claramente que se aplica a todos los servicios de la sociedad de la información; no deben confundirnos los mensajes que afirman que su única razón es la de cerrar webs de descargas. Nada es peor para el crecimiento de un mercado que la inseguridad de no saber si al día siguiente un negocio puede ser cerrado por la aplicación arbitraria de una norma en manos del gobierno de turno.
El panorama de la propiedad intelectual en nuestro país es atroz: la Embajada de los Estados Unidos ha impuesto la aprobación de la Ley Sinde, el canon digital a empresas y administraciones fue declarado ilegal por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea pero tras año y medio se sigue pagando, los antiguos dirigentes de la SGAE -siempre defendida por el Ministerio de Cultura- se hallan imputados en la Audiencia Nacional por el saqueo generalizado del dinero de los autores. Este panorama cuadra con el general: una corrupción política extendida y no censurada en las urnas, unida a la subordinación de la democracia a los intereses de unos pocos con nombres y apellidos a los que sin embargo se les llama “mercados”.
Sólo con inteligencia, diálogo y trabajo se pueden resolver los actuales retos de la propiedad intelectual y comenzar a construir una salida a la preocupante situación económica actual. Como el Tribunal Europeo de Justicia, entendemos que la tensión entre la propiedad intelectual y la libertad de empresa, el derecho a la privacidad y el derecho a recibir o emitir información ha de resolverse en favor de estos tres últimos derechos. Será la única manera de crear riqueza y de mantener las libertades que tanto ha costado conseguir.
Frente a la arbitrariedad, la defensa histórica de la ciudadanía ha consistido en asegurar la garantía de los derechos fundamentales sustrayéndolos de la política, esto es, de los poderes de la mayoría y del mercado: se trata de derechos inviolables, indisponibles e inalienables.
Los gobiernos van y vienen. La red resiste.

Por qué los coders no pueden tener novia

Bueno, es habitual entre los coders de la demoscene que estos carezcan de una novia estable. La verdad es que es algo curioso, pero pensando un poco, es normal que no seamos capaces de relacionarnos con el otro sexo. Lei un articulo en una diskmag de no sé dónde, que me hizo caer en la cuenta, y en él me baso para escribir esto.

Imagínate. Estás en un pub, tomándote una copita (la quinta de la noche), y de repente tu mirada se cruza con la de una tía. Además, es una tía guapa, y está mazo buena. Ella te hecha una sonrisa cómplice y se te acerca a ti a hablar.

Ella: Hola 🙂

Coder: Hola 😛

Ella: :* :*

Coder: :* :* (los dos besos de rigor)
Ella: Creo que me gustas, quieres que salgamos un rato a hablar?
Coder: bueno.

Flipas! Estas con una tia a solas que sabes que le va la fiesta!

Ella: Cuál es tu hobby? qué cosas te gustan?

Coder: la scene

Ella: qué? 😕

Coder: el mundo underground de la *informática*
Ella: Ehhh, bueno, ufff, creo que se me hace tarde, ya te llamaré!

ABUR!!!

Ala, la cagaste de pleno.

Es que cuando a una tía le hablas de la palabra informática/ordenadores estás perdido.

Bueno, la cosa es que la vuelves a ver, y te enrollas con ella.

Empezáis a salir y te llama por la semana


Ella: bajas un rato?

Coder: no puedo, tengo que programar un túnel de raytracing

Ella: vete a la mierda, déjalo y baja conmigo

Coder: no, que tengo que mandarle los efectos a Statix^Acme hoy por email
Ella: que bajes joder, que quiero FOLLAR!
Coder: puff, qué va, es imposible, además, tengo 1’4 Mb de documentación que tengo que leer
Ella: te dejo
Coder: joder, entiéndelo…

Nada, la tía empieza a estar hasta los ovarios. Entre compilación y compilación lo piensas mejor, y la llamas diciendo si vais a ver una película.

Ella: quiero ver «novio de alquiler»

Coder: y una mierda, vamos a ver «Mortal Kombat» que tiene un sistema de partículas que te cagas,

además en las peleas aplican motion blur

Ella: que dices?
Coder: joder, tiene unos efectos que te cagas
Ella: jódete cerdo. vamos a ver «titanic»?
Coder: bueeeno.

Vais al cine, y os tragáis la burrada de horas de la peli.

Ella: Fue muy bonita, qué guapo es Leonardo di Caprio

Coder: Sabías que el barco lo renderizaron con 200 digital alpha en linux? hicieron un script y cada ordenata calculaba un frame.

Ella: Perro, te odio!

Nada, esto es un desastre, así que os vais por ahí y en un parque os ponéis a ver el cielo, la tía tiene pinta de estar salida, y además mazo cariñosa…

Ella: estoy pensando que contigo todo es diferente, me lo paso guay, soy muy feliz, creo que te quiero… qué piensas?

Coder: Si almaceno las texturas en hicolor, se me va la caché a tomar por el culo. Las voy a paletizar y después las voy pasando a hicolor en el scanline

Ella: plass! (te suelta una bofetada!)

Coder: qué haces?
Ella: siempre estás pensando en lo mismo!
Coder: hombre, qué quieres que te diga…

Pufff, esto está muy mal. La cosa hay que arreglarla, y además, se acerca la Euskal. Ni de coña se te pasa por la cabeza el no ir.

Coder: Voy a ir al País Vasco a una party

Ella: qué es una party?

Coder: nos juntamos con los ordenadores y pasamos 3 días programando

Ella: pues qué guay, vaya mierda.
Coder: yo me lo paso impresionantemente bien
Ella: no quiero que vayas
Coder: y yo tener mucho dinero, pero en esta vida no se puede tener todo lo que se quiere
Ella: voy contigo, entonces
Coder: genial

Ahora sí que la cagaste, vas a llevas una tía que no sabe lo que es un bit, a la Euskal… y además vas a ir en un bus alquilado con 17 enfermos como tú… a ver cómo sales de esta.

Llega el día de la party. Aparece tu novia con una bolsa de ropa y unos bocatas para el camino.

Tú llevas:

– Caja minitorre con la obligada grabadora

– Una caja de CD’s

– *2* monitores

– Una bolsa de cables, ratones y teclados
– unos altavoces multimedia de 120W
– La «Programación Actual» para leer en el camino.

Llegan los demás:

Sceners: Hola Derethor^Centolos!

Coder: Hola Barman^Capsule^Centolos!

Sceners: Qué pasa, no contestas el email!

Coders: es que no sé si le llegan a Wavemaker^Centolos^Scum

La tia está literalmente flipando. Está rodeada de:

– 17 cajas minitorre con sus grabadoras

– 2583 cd’s virgenes

– 8453 cd’s con números raros que pone en medio «OEM»

– 19’3 Gb de porno harcore entre jpegs y gifs
– 49 monitores (hercules rulezzz)
– 3 cámaras de fotos digitales
– Una tele en una game gear

Se sienta en una esquina, saluda e intenta dormir.

Scener: VAMOS A PONER DEMOS!

Ponen un video con 6 horas de demos. Siempre lo mismo, una escenita 3D mazo rara, música teckno a toda caña, y 18 enfermos comentando lo bien que aparecen los flares.

Llegais alli, os bajais…

Ella: Es la primera vez que estoy 10 horas oyendo hablar a alguien y no he entendido NADA de lo que dijeron.

Coder: si no hablamos de nada técnico!

Ella: entonces por qué en vez de «todo», decis «asterisco»

Coder: ah, tú no dices «asterisco» cuando quieres generalizar?

O sea, que tienes una novia que ni te entiende, ni te comprende, y además se aburre. Puff, qué problema.

Al volver de la party, por supuesto, te dice que en su VIDA, vuelve a un sitio de locos como ese…

Un dia viene a tu casa. Estas solo y puede ser mítico.

Ella: JODER! en tu casa sólo hay 2 cosas: ordenadores y mierda! Por qué tienes 3 televisiones?

Coder: no son televisiones, son monitores. Necesito 3 para programar.

Ella: Estoy flipando, qué haces cuando no programas?

Coder: Leo el «Computer Graphics, principles and practice»
Ella: qué cojones dices?
Coder: Es la biblia de cualquier programador gráfico
Ella: que te den por el culo, mamonazo. Vamos a la cama que quiero follar (completamente desesperada)

[PAUSA PARA FOLLAR]
Acabáis de hechar un polvo.

Ella: Dime una cosa en serio

Coder: dime

Ella: Pero es muy en serio…

Coder: dímelo
Ella: Soy lo más importante de tu vida? (pregunta mazo directa)
Coder: hombre, importante importante, sí que eres…
Ella: pero hay algo más importante en tu vida que yo?
Coder: puff, es difícil de contestar…
Ella: DIMELO!
Coder: mi tarjeta hércules. Sin ella no podría programar
Ella: OLVIDAME!!!!!!!!!

Ala, de esta si que no te salvas, te deja y nunca mas la vuelves a ver.
Pero como buen coder que eres, ese día acabas el conversor RGB -> HSV, Y pasas de todo.
Qué opináis? No es cierto?

(sacado de Stratos AD hace muchos años)

Cuentos e historias: La boda de mi hermana

Os dije que el sábado pasado se casaba mi hermana y que os iba a contar cómo había ido la cosa. Pues aquí voy.

Llegamos a la iglesia.

Mi hermana había preparado cuidadosamente todo el sarao, pero yo me encargué de aportar también mi granito de arena. Vaya que sí. Por ejemplo: para que cantasen, había contratado a los mismísimos ángeles. Anda que no es chula la tía: se casa, y con un coro de ángeles. Como si fuese barato conseguir que bajen tropecientos angelitos a cantar a tu boda… Pues a todo lujo, oye.



Pero yo andaba un poco pelado de dinero (para qué lo vamos a negar: sinceridad al poder), así que se me había ocurrido una idea. Me apañé unas escopetas de aire comprimido, y desde los bancos del fondo monté un chiringuito: «tiro al ángel». Por 500 pelas podías disparar tres tiros a los angelitos que andaban flotando por ahí. Y si le dabas a alguno, tenías premio: podías elegir entre una botella de aguardiente, o una muñeca hinchable.
Esa era la idea, porque anduve un poco mal de tiempo y no pude comprar ni el aguardiente, ni las muñecas. Así que el premio se quedó en elegir entre pegarle un trago a la pila de agua bendita, o llevarse la estatua de un santo.
Al principio no se animaba mucha la gente, pero no veas lo larga que es una boda. Y quieras que no, los invitados se aburren. ¿Y qué mejor para matar el tiempo? Pues matar angelitos (si es que yo, vista empresarial, la tengo de lince).

Y en un pis-pas se puso aquello que no veas: tiros por todos lados, pajarracos de esos gritando como locos, los invitados que se pegaban por coger las escopetas… Menudo espectáculo. Y los angeles, que no sabían lo del tiro al pichón (mira por dónde, se me había olvidado «comentárselo». Jejeje…), pues que caían como moscas. Estaba todo lleno de plumas flotando en el aire. ¡Si casi no se veía el altar! Pero para lo que estaba pasando allí… Una boda más. ¡Psé!

En un cuarto de hora gané una pequeña fortuna. Eso sí: la pila de agua bendita se quedó más seca que seca. Y la única estatua que no se llevaron fue la de San Severino, porque era más fea que el Fari comiendo limones. Pero todas las demás volaron. No creo que se diese cuenta el cura, porque por cada estatua que faltaba, teníamos un par de angelitos para poner en los pedestales. Así que ni se notó. Ahora, ruido… lo que se dice ruido… sí que hicimos un poquito.
Aunque había un ángel que se resistía que daba gusto: planeaba, hacía picados con tirabuzones, subía en vertical… Vamos, que parecía un F-15. Y claro: eso me vino que ni pintado. Porque los invitados se encabronaban y me decían: «dame otros tres tiros, que a ese hijoputa me lo cargo yo como que me llamo Raimundo». Y zapa, otras 500 pelas. Pero no había manera de darle. El angelito aquel me hizo rico. No le di un beso, porque el pobre estaba escondido detrás de los tubos del órgano, y de allí no lo sacábamos ni a tiros (mira qué bien me viene la expresión ésta).

De los primeros veinte minutos de la boda, es poco lo que os puedo contar. Porque con lo del «tiro al angel», presté poca atención a la ceremonia.
Total, que cuando llegó la hora de que cantase el coro de ángeles, allí no cantaban ni los grillos. Lo único que se oía era un sollozo que salía de detrás del órgano, y un balbuceo así como «no siento las piernas…» o algo parecido. Pero yo ya lo tenía previsto, así que le di al play de los walkman que llevaba, subí a tope el volúmen, y le di caña a una cinta de los Chunguitos que llevaba preparada.
Mi hermana estaba tan emocionada por el detalle, que se le saltaban las lágrimas. Tan tan emocionada, que le rechinaban los dientes, y estaba roja como una caldera a presión. Y yo, satisfecho: todo sea por hacer feliz a mi hermana en el día más importante de su vida.
Acabada la canción de los Chunguitos, me acerqué a las primeras filas y mi hermana se giró para hacerme el signo de «todo perfecto» con las manos. Hacía como si estuviese escurriendo un trapo mojado. Yo le sonreí y le dije que esperase, que lo mejor estaba por llegar. Casi le da un desmayo de la ilusión.
Mi hermana le había pedido a mi hermano (somos tres) que leyese la primera lectura. Que le hacía mucha ilusión. La carta de San Juan a los Filisteos. Y mi hermano se subió al púlpito, se acercó al libro y empezó a leer en voz alta: «Nuevo Testamento. Edición completa bilingüe. Madrid, 1976. Editorial…». Pero el cura le interrumpió: «¡Psshht! ¡¡PSSHHT!! Más, más…». Y le hacía gestos como de que pasase páginas.

Y mi hermano pasó páginas. Vaya que si pasó. Se quedó callado un momento, carraspeó y dijo: «Hermanos… hermanas… AMEN».

Y el cura empezó a bailar como si tuviese pulgas: «Más atrás, más atrás…». Pero el peque (mi hermana, la que se casaba, es la mayor; y yo voy en medio) es cabezota como él solo. Y le contestó: «Anda y que te follen, que me estás mareando. He dicho Amén, así que amén». Se estiró los faldones de la chaqueta y bajó triunfal de la tarima.

Yo sé lo de «anda y que te follen», porque estaba cerca, y los demás invitados también lo saben, porque el micrófono todavía estaba encendido. Pues no me sentí yo orgulloso de mi hermano ni nada. Con qué claridad había leído. Si ya lo decíamos todos cuando era pequeño: ¡teólogo!, tenía que haber sido teólogo. Pero él no quiso, y se hizo butanero. Cosas de la vida, qué le vamos a hacer.

Mira, con lo del «anda y que te follen» le dio un toque divertido a la ceremonia. Lo que nos pudimos reir.

Pasada la primera lectura, era cuando el cura tenía que dar su pequeña charlita. Todos sabemos que esa parte es la más peñazo, así que yo saqué la nevera portátil y empecé a pasear entre los bancos: «Al barqui, barquiiii… Al rico parisieeeenn… Tengo fantalimónaranjacocacolaysuésss… Veinte duritos el refresco, doscientas el barquilloooo…». ¡Me los quitaban de las manos!

Ni siquiera me duraron todo el tiempo que estuvo hablando el cura. Los de los primeros bancos se pusieron morados, y para cuando llegué a los últimos, no hacían más que preguntarme: «¿No te queda de naranja? ¿Y de limón? ¿Tampoco?». Los pobrecitos. Con la sudada que se habían dado con las escopetas, y ya no me quedaban refrescos. La verdad es que me sentí un poco mal. Pero bueno, así es la vida.
Pero os decía que lo que llevaba en la nevera no duró ni hasta que acabase de hablar el cura.
Hombre, bien es cierto que los primeros cinco minutos tampoco habló mucho. Más bien me observaba con los ojos bien abiertos, sin decir nada. Y boqueaba como un pez fuera del agua. Para mí que quería un «sués» y no tenía cambio. Para cuando se arrancó a hablar, ya casi no quedaban bebidas. Y total, para lo que dijo… todo balbuceos. Si ya le dije yo a mi hermana: «no te fies de este cura, que tiene pinta de beber un poco…».
Pues ya soltó su discursito, y llegamos a lo de los anillos. Empieza el cura a decir: «los anillos… los anillos…», Y mi hermana, que es una copiona, también: «los anillos, los anillos…». Vamos, que en dos minutos estaba toda la iglesia coreando: «LOSA NIII.. ¡LLOS!… LOSA NIIII…¡LLOS!..». Qué bonito aquello, oye. Y todos mirándome a mí. Así que me sentí un poco protagonista, y empecé a dar palmas al ritmo. Hasta que mi padre también empezó a dar palmas, pero en mi cogote: «¿Dónde coño tienes los anillos?».
Mira, se me congeló la sonrisa de golpe, y se me nubló la vista. Casi me da un patatús. Fue así, como un flash: vi los anillos en la repisa del baño, junto a la maquinilla de afeitar. ¡Joder, los putos anillos!

Me los había dejado en casa.

Pero hice como que no pasaba nada. Y de cara a los invitados, les hice gestos con las manos de que se callasen. Que con ese escándalo, a ver quién se concentra en la boda, ¿no? Metí la mano en un bolsillo, ¿y qué encontré? Nada. En el otro. Nada. En los de la chaqueta: nada. Nada, nada, nada… Sólo tenía la cartera.

Así que saqué la cartera, y miré a ver lo que había dentro: el bono del metro, un ticket para un 2×1 en el Burguer King, el carnet de la biblioteca, una foto del Interviú de Yola Berrocal, un recibo de cuando fui al supermercado a comprar una escobilla para el water, tres billetes del monopoli y dos condones. Uno usado y otro sin usar. Joder, menos mal. Estaba salvado.

Abrí con los dientes el plástico del condón nuevo, y le di los dos al cura. El nuevo y el usado. Sonriendo como si estuviese en la tele. El cura no sonreía tanto, pero para mí que era porque se había quedado sin el «sués». Le dije: «el usado para mi hermana, que quiero que lleve algo mío en este día tan especial». Y me retiré a mi sitio en el banco. Muy serio y muy formal.
Mira, estaban para echarse a llorar de lo guapos que se les veía. Allí los dos abrazaditos, y con un condón cada uno en el dedo corazón. Mirándolo con ojitos de corderitos enamorados. Vaya regalo de bodas que les había hecho: ¡los anillos!, nada menos. Y yo, tonto de mí, con la emoción se me olvidó hacer fotos.

Pero bueno, ya pediré, porque los invitados se hincharon a hacer fotos de lo de los anillos. Para mí que les pareció un detalle original. Sí, va a ser eso.
¿Sabéis? Entonces me dí cuenta de que de verdad el cura se había quedado con las ganas de un refresco. Porque le dijo a una monja que a ver si le podía apañar unos duritos. Y la monja se puso a pasar la cesta entre los invitados. Si lo llego a saber, se la dejo a mitad de precio, hombre. El pobre señor, allí muerto de sed, y por vergüenza no había podido tomarse nada. Ahora sí: a mí eso de pedir me parece de tristeee… Yo siempre lo he dicho: pobre sí; pero honrado también. Y lo de la limosna… vamos, que es lo último. Pero claro, eso es cuestión de educación: que a mí mis padres me han educado muy bien. Y se vé que el cura debió de ser huérfano o algo así.
¿Y el berrinche que se llevó el cura cuando volvió la monja con la cesta? Para verlo y no creerlo, oye. Y todo porque la cesta estaba vacía.
Normal… La gente ya se había dejado un buen dinerito con lo del tiro al ángel, y con los refrescos y barquillos. Y una cosa es gastar, y otra es derrochar. Total, que allí no soltó nadie ni un duro.
Y el cura, que era un envidioso, empezó a pegar gritos y levantar los brazos al cielo. Y se sacó su refresco y su barquillo, y se los zampó de golpe. ¿Tu crees que dijo a ver si alguien quería? Que vaaa… Todo para él. Ni compartir ni nada. Si ya os lo he dicho: huérfano. Seguro.
Pero mira por dónde, tuvo su castigo. Le dio un empacho, o un dolor de tripas de esos que te dan de golpe, o acidez de estómago, o alguna cosa de esas…, y allí se quedó todo doblado y arrodillado. ¡Ni se movía! Me dio una penaa… Ya cuando estaba a punto de acercarme para ver si estaba bien, se levanto y nos miró a todos.
Estaba claro que le habían entrado remordimientos por no compartir. Así que se fue al pasillo, a ver quién quería barquillos de los suyos. ¡Pero si estábamos todos empachados de tanto barquillo!

El único que se acercó fue el tío Damián, que come que no veas. Así está de gordo. Y yo no es por criticar, pero es que está como un elefante.
Y el cura le da un barquillo así de chiquitín. Y el tío Damián se lo come, y le pide otro. Y el cura que no le dá. Y el tío que le dé. Y el otro que no. Y que le dé, y que no…

Pues allí se liaron en una pelea que ni en los mejores partidos de Hockey. Volaban los mamporros más que el angelito F-15. La mayoría en la misma dirección: del tío Damián hacia el cura, eso también es cierto.

Tampoco nos preocupamos mucho, porque en cuanto el cura cayó al suelo, el tío Damián le dio un par de pataditas para que se estuviese quieto, y se dedicó a comerse los barquillos. Y luego, a su sitio.

Y el cura, de vuelta al altar. Un poco más abollado, pero todavía funcionaba.
Estaba quedando una ceremonia redonda. Si no fuese por el primo José Manuel. Que es un cachondo, pero es que a veces se pasa un poco…

Cuando llegaron a lo del beso, los invitados empezaron a corear: «Quese beee… sen. Quese beeee… sen». Y el primo José Manuel, a voz en grito: «Queselaaa fooo… lle. Queselaaa fooo… lle».

Si es que siempre tiene que habe alguien que dé la nota.

Por lo demás, poco más os puedo contar. Porque cuando volví a poner la cinta de los Chunguitos para el canto final, el cura me tiró un libro ASÍ de gordo, y me dejó inconsciente.

El tío rencoroso… Y todo por una «sués» de nada. Si es que hay gente que no tiene educación ni nada.

En resumidas cuentas, que la boda salió a pedir de boca.

(Sacado del blog de Copito en el año 2003)